RUSIA, DE LA AMENAZA A LA ACCIÓN/ Russia, from threat to action

solutions_2016_russia-1 Otra semana más, Rusia es portada en la prensa internacional. La reaparición del gigante euroasiático en el escenario internacional se manifestó primero en los escenarios de Ucrania y Siria, y hoy día es una realidad innegable.
Esta reaparición de Rusia como actor internacional de peso, comentada ya en otros artículos, ha tenido multitud de momentos clave en los últimos 6 años, pero esta semana hemos podido presenciar 3 acontecimientos que podrían considerarse como críticos en cuanto a la estrategia rusa se refiere.
Antes de comentar dichos acontecimientos, es preciso recordar que Rusia está actualmente presente en varios frentes abiertos, de entre los que destacan Ucrania, Oriente Medio y el Báltico.
El primer acontecimiento es la situación de plataformas móviles terrestres de lanzamiento de misiles del tipo SS26 Stone en el exclave ruso de Kaliningrado. Para comprender dicha maniobra es importante saber que estos misiles, con un alcance de aproximadamente 400Km, son capaces de portar carga nuclear, pero están fuera (por su escaso rango operativo) de las restricciones impuestas por el tratado INF, que limita la presencia en Europa, desde 1987, de misiles de rango intermedio, comprendidos entre los 500 y los 1500Km. Este movimiento de armamento, por tanto, se encuentra amparado por los tratados internacionales, pero supone una clarísima medida de presión contra el “bando” occidental en el frente Báltico, con el probable fin de forzar la consecución de alguno de sus intereses estratégicos en cualquiera de los otros frentes. La predecible presión de la Unión Europea a Estados Unidos, propiciada por las demandas de sus socios bálticos, puede traducirse en una ventaja negociadora para Rusia en los campos de batalla de Siria o Crimea.
El segundo acontecimiento crítico es el anuncio de la construcción de un gasoducto en cooperación con el gobierno turco. A este respecto, cabe recordar que las relaciones bilaterales entre Turquía y Rusia han sido muy tensas (llegando incluso al derribo de un avión de combate ruso y a la imposición de sanciones a Turquía) y que Rusia ya controla gran parte del suministro energético de Europa, toda vez que Libia no es una opción y Argelia puede ser una apuesta arriesgada debido a sus problemas internos.
La estrategia energética rusa va a moldear el panorama internacional en los siguientes años. Actualmente, el mercado está inundado de hidrocarburos y eso provoca que los planes europeos relativos al desarrollo de infraestructuras gasísticas en Turquía hayan dejado de ser rentables; Rusia ha salido al paso, aprovechando la paralización de estos proyectos para presentar uno que conseguirá fortalecer el chantaje energético ruso a Europa. La apertura de Irán nutrirá este nuevo gasoducto, y las recientes conversaciones con Venezuela podrían terminar de completar el puzle ruso de la energía, poniendo en manos de la ejecutiva de Putin gran parte de las variables que afectan al precio mundial de los hidrocarburos. Los principales damnificados de este plan de acción, de llegar a buen puerto, serían los países centroeuropeos y de Europa Oriental, así como Arabia Saudí (de no tener control sobre los precios, los saudíes pasarían a tener una posición negociadora débil).
El tercer acontecimiento clave es el anuncio de la ampliación de la base naval rusa de Tartus. Esta acción supone la confirmación material de los intereses rusos en la región: Rusia quiere presencia en el Mediterráneo y no va a permitir que el régimen sirio caiga, independientemente de que la figura de Assad se mantenga o no. Rusia está ampliando su proyección militar: A los encargos de nuevos bombarderos nucleares estratégicos de largo alcance (Tu-22) y la modernización de sus arsenales naval y aéreo, se suman las ampliaciones previstas para las bases militares de Latakia, Tartus, Kaliningrado y Sebastopol.
En definitiva, la estrategia rusa se concreta: Afianzamiento de sus pretensiones territoriales y de sus esferas de influencia, a través del control energético, el aumento del peso diplomático y la proyección de poder militar. Rusia ha pasado a la acción y gana enteros frente al incontestable dominio que Estados Unidos ha mantenido los últimos 30 años.
Las implicaciones de esta política de expansión hoyan todavía en el terreno de la incertidumbre, pero podríamos estar en los albores de una nueva guerra fría, en la que Oriente Medio sea el punto caliente.


91cb284d-e383-4f8e-8c02-8f0db7094a72-originalAnother week, Russia is carried in the international press. The reappearance of the Eurasian giant on the international stage was manifested first in the stage of Ukraine and Syria, and today is an undeniable reality.

This re-emergence of Russia as a crucial international actor, already commented in other articles, has had many key moments in the past 6 years, but we could attend 3 events this week that could be considered as critical, concerning the Russian strategy.

Before commenting on these events, we must remember that Russia is currently present on several fronts, most notably in Ukraine, the Middle East and the Baltic Sea.

The first event is the positioning of land-based mobile missile launch platforms SS-26 Stone type in the Russian exclave of Kaliningrad. To understand this manoeuvre is important to know that these missiles, with a range of approximately 400km, are capable of carrying nuclear charge but are out (by low operating range) of the restrictions imposed by the INF treaty, which limits the presence in Europe, since 1987, of intermediate range missiles, ranging between 500 and 1500 km. This movement of weapons, therefore, is protected by international treaties, but is a very clear measure of pressure against Western interests in the Baltic front, which is likely to force achieve any of its strategic interests in any other fronts. The predictable pressure from the European Union to the United States, driven by the demands of its Baltic partners, can turn into a negotiating advantage for Russia in the battlefields of Syria or Crimea.

The second critical event is the announcement of the construction of a gas pipeline in cooperation with the Turkish government. In this respect, it is recalled that bilateral relations between Turkey and Russia have been tense (even to the destruction of a Russian fighter and the imposition of sanctions on Turkey) and Russia already controls much of the energy supply in Europe, given that Libya is not an option and Algeria can be a risky bet because of its internal problems.

The Russian energy strategy will shape the international scene in the following years. Today the market is flooded with oil and gas, and that makes European plans for the development of gas infrastructure in Turkey are no longer profitable; Russia has come his way, taking advantage of the suspension of these projects to present one will get strengthen the Russian energy blackmail over Europe. Iran will feed Iran this new pipeline, and the recent talks with Venezuela could end up completing the Russian energy puzzle, putting into the hands of the Putin’s government much of the variables that affect the global oil price. The main victims of this plan of action would be the Central and Eastern European countries and Saudi Arabia (having no control on prices, the Saudis would have a weak negotiation position).

The third key event is the announcement of the extension of the Russian naval base in Tartus. This action is the material confirmation of the well-known Russian interests in the region: Russia wants presence in the Mediterranean and will not allow the Syrian regime fall, whether figure Assad stays or not. Russia is expanding its military projection: The ordering of new strategic nuclear long-range bombers (Tu-22), the modernization of its naval and air arsenals, and the expansion projects planned for the military bases of Latakia, Tartus, Kaliningrad and Sebastopol.

As a conclusion, the Russian strategy is concrete: Reinforce their territorial claims and their spheres of influence through energy control, and gain diplomatic weight and military power projection. Russia has gone in action and is gaining ground against the incontestable domain that the United States has carried out during the last 30 years.

The implications of this expansion policy are still in the realm of uncertainty, but we could be at the dawn of a new cold war in which the Middle East will be the hot spot.

FERNANDO LAMAS MORENO

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