HACIA LA CONSPIRACIÓN DEL DATO Y EL DOMINIO DEL RELATO. Análisis de la película Brexit: uncivil war

Sun Tzu: “El supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar”

Esta extraordinaria película, audazmente estrenada en medio de la agitación del proceso de salida del Reino Unido de la Unión Europea después de la votación a favor de ello en el 2016, representa la base fundamental del pensamiento británico y de las principales estrategias de influencia hacia las que están derivando los poderes institucionales y empresariales para permitirse estar en igual competencia y supervivencia en un sistema en constante transformación.

El resultado de POR QUÉ el SÍ a favor de la ruptura con Europa y CÓMO se produjo este éxito que ha polarizado a la sociedad británica irremediablemente y ha abierto brecha en la ya vulnerable continuidad e identidad europea, se explica en la figura (o cerebro, mejor dicho) de quien fue el director estratégico de comunicación de la campaña a favor de la salida: Dominic Cummings.

Vamos a empezar por un breve análisis de la representación de este analista estratega en la obra de ficción Brexit: Uncivil War para después extraer de la realidad lo que le inspiró en su pensamiento y actuación en base a las circunstancias de oportunidad y necesidad:

Interpretado por un siempre sorprendente Benedict Cumberbatch, reconocemos a un personaje impulsivo, complejo, audaz y agresivo en sus decisiones, que bate de forma implacable el establishment británico, haciendo frente a todas esas personalidades asentadas en una estructura burocrática haciendo política con un formato tradicional y siguiendo unos protocolos de actuación ordenados y disciplinados dignos del carácter británico. Desde el minuto cero, encerrado en su cuarto de herramientas cual habitáculo de pensamiento y creación, el personaje nos presenta directamente al público que la decisión de abandonar la Unión Europea ya estaba escrita: en la base de la identidad británica y en las circunstancias que fueron adormeciendo a su sociedad hasta quedar silenciada por el peso de la ineficaz maquinaria globalista y de unas campañas que no extraen de las votaciones la esencia de las necesidades populares más básicas.

INTERPRETANDO AL ESTRATEGA

Otto Von Bismarck: “El político piensa en la próxima elección; el estadista, en la próxima generación”

Cummings es un estratega y, más que eso, un revolucionario, que sacude en tiempos de dominio de las tecnologías y de la inmediatez los cimientos de la política británica en un único proceso de elecciones al poner en cuestionamiento sus fundamentos y su estructura. El hombre actúa mirando más allá del referéndum y lo que propone al pueblo británico es un cambio valiente y agresivo en los procedimientos y en la visión política y social, consciente de la falta de visión y de comprensión de los escenarios más complejos: “Uno de los aspectos más fundamentales y llamativos del gobierno es que prácticamente nadie involucrado en él tiene el menor interés o conocimiento de cómo crear equipos de alto desempeño para tomar decisiones en medio de la incertidumbre y la complejidad”, comenta Cummings en su blog personal.

Cummings retoma las ideas del físico Michael Nielsen sobre tecnologías cognitivas y del visionario informático Bret Victor sobre la creación de herramientas dinámicas para ayudar a comprender sistemas complejos y más profundamente argumentando con evidencias.

Es aquí donde comprendemos el por qué del éxito de la campaña dirigida por Cummings, retratado desde el minuto 0 en la película que analizamos. En una habitación acristalada, con salas vacías, nuevas, a recién estrenar, Cummings expone sus ideas pintando de forma creativa e impulsiva sobre las paredes, prepara un equipo pequeño y multidisciplinar, que reúne expertos en nuevas tecnologías, politólogos, economistas… que les invita a que desplieguen todas sus capacidades para conseguir un mismo objetivo y a sacar, desde la base y las entrañas de la sociedad británica, esos gritos no escuchados de necesidad; desde esas ventanas, estudian la sede del Parlamento británico, esa estructura magnánima, emblemática, que inspira respeto pero también complejidad, opacidad, elitismo… que supone representar los intereses de una nación. En la arquitectura y disposición de ambas posiciones políticas enfrentadas, ya se vislumbra la lucha de dos sistemas completamente diferentes en pensamiento y relación. Cummings rompe con la complejidad de trabajo y pensamiento de grandes equipos e instituciones pesadas y con numeroso personal acomodado en la importancia de pequeños equipos dirigidos por líderes, que aportan ideas nuevas, ambiciosas y con libertad de experimentación y de acción, con la visión puesta en el futuro, más allá de la inmediatez, capaces de romper con los límites de los miedos a perder el status quo y de innovar.

En la película, Cummings cita a Tucídides, Bismarck, Sun Tzu… recuperando las líneas de pensamiento y éxito de grandes estrategas históricos para una revolución moderna, lo que demuestra que las herramientas para lograr la victoria en las grandes batallas son siempre las mismas, lo que hay que saber es cómo aplicarlas y dominar las circunstancias en favor de los objetivos. Es aquí donde el genio arrebata la oportunidad de vencer la campaña a su competencia: busca vencer al oponente en su pilar más débil -el lenguaje, la comunicación y la burocratización de la política- y desde un formato completamente imprevisible -la horizontalidad, lo instintivo y las nuevas tecnologías.

EL DOMINIO DEL ESCENARIO. PENSAMIENTO ESTRATÉGICO Y ANÁLISIS DEL ENTORNO

La ciencia de datos está cambiando el panorama político y el sistema tradicional de encuestas está fallando[2] (algo que había sucedido repetidamente en los últimos años y que volvió a ocurrir 5 meses después cuando Donald Trump fue elegido para la Casa Blanca). Por eso, Cummings plantea hackear el sistema político, presentar un nuevo orden. Es ahí cuando el estratega rompe con la cuarta pared del teatro que es la política: el contacto con el espectador, el diálogo con el público, el protagonismo de la sociedad en la toma de decisiones. Hamlet de Shakespear tenía razón: “la obra es la clave” y quién forme parte de ella es el gestor de las capacidades y de las intenciones.

Para acceder a ese público olvidado, esa tierra de nadie apolítica y desconectada de las altas decisiones, en la película vemos que le llega la oportunidad a través del contacto de una empresa dedicada a la gestión de datos y a procesos algorítmicos que es capaz de convertir toda la interacción social en plataformas tecnológicas en información al servicio de la influencia de la campaña política o de cualquier servicio[3]. El hallazgo de esta herramienta de gestión de datos e información facilitó la creación de mensajes conductuales micro-dirigidos a diferentes segmentos del electorado; si hacían clic en el anuncio relevante, recibirían una horda de anuncios continuos sobre el mismo tema, reforzando este punto de vista (alrededor de 7 millones de personas fueron blanco de ataques durante este período)[4][5]. Las empresas tecnológicas y de análisis de datos han encontrado la clave para extraer, utilizar y manipular, desde esas micro sociedades fundadas en la nube debido a las interacciones que se producen en la búsqueda de información, registro de intereses y comunicaciones sociales, las emociones y necesidades en tiempo real de millones de personas para predecir perfiles sociales hacia los que dirigir campañas de influencia personalizadas y continuadas.

Robert Mercer, uno de los principales donantes de Trump y una figura central en el infame caso de Facebook / Cambridge Analytica, resume esta tendencia: «El dinero es una cosa, pero los datos son poder, esto es solo el comienzo». Cummings presenta el éxito de una campaña política de corto plazo todo un sistema de pensamiento y de procesamiento de la información capaz de extraer lo esencial de un escenario y explorar las fronteras de la predicción para generar un cambio de impacto estratégico y prospectivo.

GUERRA DE RELATOS. LA TIRANÍA DE LAS EMOCIONES

“La revolución debe necesariamente comenzar con el ateísmo” (Dostoievski)

Cunnings admira a los grandes pensadores rusos, como Tolstoi y Dostoievski, que le inspiraron a reconocer que ninguna autoridad puede influir en la decisión de la mayoría. Es aquí donde busca destruir la base, los cimientos del establishment político británico, desmantelando su autoridad desde la base.

En su guerra por acceder a esa ciudadanía no representada, apolítica y olvidada, bucea hasta la tierra de nadie para recoger, en forma de eslóganes, todas esas necesidades, intereses, preocupaciones… que se van a convertir en la voz popular a favor de la salida de la Unión Europea. El relato revolucionario se convierte así en un grito popular instintivo, recargado de emociones, de ideas que ponen en duda y en cuestionamiento, en muy poco tiempo, lo que habían sido hasta el momento los pilares de autoridad y de dirección de una nación. El resultado de este trabajo emocional fue una tremenda fractura social de lucha por la supervivencia.

Al poner en tela de juicio el razonamiento, triunfa la emoción; la política abandona la argumentación, el pensamiento del experto, en discutir los pros y los contras en un debate racional… y en este punto, la calle también se convierte en el escenario de combate, donde consiste en lanzar «granadas» de información (sin importar si son verdaderas o falsas) que resuenan en el electorado de una manera emocional inmediata. Esas bombas emotivas afectan en la relativización y en la supremacía de los discursos. Una estrategia de influencia en la inmediatez y con enorme poder que destruye los pilares de la esencia y del raciocinio para motivar y despertar el impulso y el deseo más instintivo como una cuestión de necesidad y de supervivencia. Las principales víctimas en este combate es el juicio, el rigor y la verdad. La herramienta mental de guerra psicológica de Steve Bannon presenta esa idea de llevar el big data y las redes sociales a una metodología militar establecida: «operaciones de información y de influencia” a un espacio de batalla ubicado en las cinco dimensiones: tierra, aire, mar, espacio y el dominio cognitivo.

Esta situación desencadena el desorden, el nihilismo, el sin sentido arrastrado y llevado por las campañas de influencia y manipuladas su significado, que arrastran al desorden (la violencia que se presentó durante el proceso del referéndum) y a un profundo nihilismo de pérdida de sentido y significado (con el grito desesperado de una mujer que vemos en la película que termina exhibiendo su frustración ante el escenario político-social: «Estoy harta de sentir que no tengo nada, no sé nada, no soy nada»).

“¿Cuál es el mensaje? –se pregunta Cumberbatch-Cummings en una reunión de campaña–. No puede ser solo una consigna, debe englobar una emoción. ¿Qué emoción? Mi padre trabajaba en un pozo de petróleo. Esas bolsas de energía, ocultas. Enterradas muy hondo durante largos períodos de tiempo. Gruñendo, gimiendo. Esperando una vía de escape. Sólo deberíamos averiguar dónde están y empezar a excavar. Abrir el pozo y liberar la presión. Podemos alimentarnos de esos pozos de resentimiento, todas estas presiones que se han ido acumulando mientras las ignoraban. Por qué no llevar este enfoque más allá de Europa. Europa sólo sería un símbolo, un código de todo, de todas las cosas malas que pasan y han pasado”.


MARTA Gª OUTÓN

[2] Las encuestas tradicionales preguntan regularmente a una cantidad estadísticamente relevante de personas (alrededor de 2.000) sus opiniones sobre diversos asuntos. Esta selección es representativa de diferentes datos demográficos dentro del electorado, por ejemplo, por edad, género e ingresos. Los encuestadores luego miden las fluctuaciones en las opiniones en todo el país según estos datos demográficos.

[3] Empresa de datos AggregatelQ – Se supone que la campaña Leave gastó 3,5 millones de libras esterlinas en AggregateIQ. Cambridge Analytica fue creada y dirigida por Robert Mercer (un multimillonario experto en inteligencia artificial) y Steve Bannon (un medio de comunicación de extrema derecha Svengali), el patrocinador financiero y director ejecutivo de campaña de Donald Trump. El denunciante de Cambridge Analytica, Christopher Wyle, ha destacado cómo AggregateIQ tiene vínculos estrechos con Cambridge Analytica. La empresa matriz de Cambridge Analytica, SCL, había ganado contratos con el Departamento de Estado de los EE. UU. Y se dirigía desde el Pentágono.

[4] mediante el uso indebido de los datos de los usuarios de Facebook, podrían perfilar psicométricamente a todo el electorado. Usando una aplicación de personalidad viral llamada myPersonality, pudieron comparar tipos de personalidad con lo que a la gente le había gustado en Facebook para perfilar personas con un alto grado de precisión: Los usuarios fueron calificados en los rasgos de personalidad de los «cinco grandes» (apertura, escrupulosidad, extroversión, amabilidad y neuroticismo) y, a cambio, el 40% de ellos consintió en darle acceso a sus perfiles de Facebook. De repente, hubo una forma de medir los rasgos de personalidad en la población y correlacionar las puntuaciones con los «me gusta» de Facebook en millones de personas.

[5] La participación en el referéndum fue un 6% más alta que la de las elecciones generales de 2015, y que estos 2,8 millones de votantes adicionales apoyaron predominantemente a Leave (tal como había anticipado Massingham en la película). Si estos votantes hubieran actuado como los de 2015, los seguidores de Remain habrían ganado, 52,2% a 47,5%

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