Han transcurrido siete semanas desde el inicio de la tregua en Siria, y en este tiempo no se puede hablar de un avance en las negociaciones entre el régimen y el representante de la oposición rebelde, Assad Al Zoubi. Dichas negociaciones han estado marcadas por una postura de fuerza del régimen, sustentada en la realidad de su superioridad militar y en el hecho de que sus fuerzas parecen ir consolidando su control del territorio en regiones de las que está expulsando a los miembros del DAESH y Al-Nusra.
A todo ello deben sumarse las numerosas acusaciones de ruptura de la tregua entre ambos bandos, hasta dos mil denuncias por parte de la oposición, que no hacen sino debilitar aún más las ya escasas posibilidades de acuerdo.
En este contexto de negociaciones estancadas, nos encontramos con lo que encaja con un movimiento de legitimación del régimen: La celebración de unas elecciones legislativas en las que, por contundente mayoría, se ha impuesto la “Coalición de la Unidad Nacional” (una agrupación cercana a Assad). Estas elecciones no han sido consideradas como legítimas por la comunidad internacional, y los representantes rebeldes las han tildado de “provocación”.
En este clima de estancamiento, las fuerzas leales al régimen han iniciado una ofensiva en el norte del país, a fin de complementar la estrategia global de lucha contra el DAESH y otras organizaciones terroristas, que ya está dando sus frutos en las provincias de Homs y Deir Ez Zor. Dicha ofensiva, que pretende recuperar el control del territorio y eliminar toda la resistencia rebelde posible focalizándose en atacar al frente Al-Nusra (debilitando así la causa rebelde) y DAESH, está produciendo un aumento de la violencia, y el marco de operaciones “antiterroristas” puede ser una excusa perfecta para la destrucción de objetivos rebeldes sin necesidad de una ruptura total de la tregua.
El propósito de la ONU de realizar unas elecciones libres en año y medio parece imposible, toda vez que se aúnan en torno a la situación de tregua los siguientes factores que impedirán un acuerdo:
- Patrocinio de EEUU a los Kurdos en el norte, que consolidan cada vez más el dominio de sus territorios ante el caos reinante en el país. Esta situación provocará un aumento de la violencia en la zona tarde o temprano.
- Presión de DAESH en la zona norte, en respuesta a la pérdida de Tadmur y como medida preventiva a fin de establecer líneas de defensas avanzadas para la defensa de Raqqa y así evitar o retrasar el sitio de la ciudad. Además, tomar territorios en zonas próximas a las fuerzas rebeldes puede desembocar en un fin de la tregua, y la inestabilidad favorece los intereses de DAESH.
- Presión del régimen contra toda área susceptible de ser recuperada sin una flagrante violación del acuerdo. Las acciones de Asad parecen centradas en aprovechar la tregua para recuperar poder, bien para no tener que negociar (alcanzando la victoria militar), bien para poder negociar desde una posición de fuerza.
It has been seven weeks since the start of the truce in Syria, and we still cannot talk about any progress in the negotiations between the regime and the rebel opposition leader, Assad Al Zoubi. Such negotiations have been conditioned by the position of strength of the regime, supported by the reality of their military superiority and by the fact that their forces seems to be consolidating their control over the territory in places form where DAESH and Al-Nusra fighters are being expulsed.
In addition, there are a lot of truce breaking accusations between both sides, up to two thousand complaints by the opposition, which do nothing but weakening the already limited opportunities of agreement.
In this context of stalled negotiations, the regime has done a legitimacy movement: The celebration of legislative elections in which, by overwhelming majority, the “National Unity Coalition” have won. These elections haven’t been considered as legitimate by the international community, and the opposition leaders have called it even as a provocation.
In this “blocking” climate, regime’s loyal forces have started an offensive in the North of the country to complete the national fighting strategy against DAESH and other terrorist organizations, a strategy that is already bringing good results in the regions of Homs and Deir Ez Zor. That offensive, which has as objective to regain control over the territory and eliminate as much rebel and DAESH resistance as it’s possible (focusing in Al-Nusra, weakening the rebel cause), is producing an increasing of the violence, and the framework of the “counter-terrorist” ops could be a perfect excuse to destroy rebel crucial objectives without breaking the truce.
The UN purpose of free elections in one year and a half seem impossible now, as there are a lot of destabilizer factors which would prevent an agreement:
- EEUU is supporting Kurds in the north, and the Kurds are consolidating their position, facing the chaos of the country. This situation will cause a violence increasing soon or later.
- DAESH is putting pressure in the North, as a response to the loss of Tadmur, and as a preventive step to advance their defensive positions in order to protect Raqqa and to avoid or delay the siege of the city. In addition, this movements could end in the truce breaking, and the instability is in the side of DAESH.
- Pressure of the regime against every area liable to be regained without a flagrant violation of the agreement. Assad’s actions seems to be focused in take advantage to regain power using the truce, either to avoid the negotiations (reaching the military victory) or to negotiate from a strength position.
FERNANDO LAMAS MORENO
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