Tras meses de escaladas de tensión en el este de Europa (principalmente en la región circundante al Báltico), y tras el anuncio de EEUU de reforzar la posición de la OTAN con la inclusión de una brigada blindada permanente, llega la réplica rusa con el anuncio de la creación de tres nuevas divisiones, en los sectores oeste y sur, como fuerza destinada a “contrarrestar el poder de la OTAN”.
Las continuas violaciones del espacio aéreo de los países Bálticos, el comienzo de la militarización de la ruta ártica con el encargo de nuevos rompehielos nucleares y los recientes movimientos de tropas y acciones internacionales de Rusia (que han traído al país de vuelta a la primera línea de acción internacional), han motivado una reacción defensiva en el seno de la OTAN, lo que ha llevado al establecimiento de misiones de vigilancia permanente. Desde Rusia se ven estos movimientos como una militarización injustificada de la zona por parte de lo que consideran un mero instrumento de proyección de poder de los EEUU (la OTAN), lo que sumado a la insistencia de Occidente en crear un escudo antimisiles que excluya a Rusia, se ve como una amenaza directa a sus intereses y su integridad.
Hoy, en el día de la victoria de la gran guerra patria, puede ser interesante atender al desfile del ejército ruso en Moscú, pues como gran escaparate que es, puede servir a modo de termómetro (recordemos que en 2015, en plena guerra en Ucrania, se presentó al público una de las nuevas joyas de la corona del ejército ruso: El T-14), así como para desvelar por las novedades presentadas qué rumbo está tomando la política exterior rusa, caracterizada por su agresividad en los últimos 5 años. Alardes de fuerza sin precedentes desde la caída de la URRSS se han ido sucediendo en este tiempo, siendo especialmente relevantes aquellos realizados en el teatro sirio, como el despliegue de los archiconocidos sistemas de misiles S-300 o de los nuevos Sukhoi 35. Sin ir más lejos, el ejército ruso ha encargado 15 nuevos TU-160 (Bombarderos estratégicos de largo alcance) con los que podrá doblar su capacidad aérea, lo que nos da una idea aproximada del camino escogido por la administración Putin.
En definitiva, aunque las tensiones entre OTAN y Rusia parecen seguir en su línea de tira y afloja, utilizando exigencias y concesiones en la región como llaves para desbloquear otras cuestiones más candentes, no hay que despreciar la realidad de que el frente Este de Europa se está remilitarizando a gran velocidad lo que, sumado al aumento de la presencia de Rusia en el Mediterráneo y a sus recientes golpes de efecto en política exterior, puede suponer una amenaza real para la estabilidad si no de Europa entera, al menos de los países limítrofes.
After months of tension increasing in Eastern Europe (mainly in the Baltic Sea region), and after the EEUU’s announcement of reinforcing the NATO position with the addition of a new permanent armored brigade, it comes the Russian reply by the announcement of the creation of three new divisions, in the southern and western sectors, as a force to “counteract the power of the NATO”.
The continued violations of the air space of the Baltic countries, the militarization of the artic route because of the ordering of new nuclear icebreakers and the latest troops movements and international actions of Russia (which brought them back to the first line of the international activity), have caused a defensive reaction in the hearth of the NATO, which have also caused the setting up of permanent vigilance missions. From Russia, this movements are seen as an unjustified militarization of the region by what they consider as a mere instrument of EEUU’s power projection (NATO), which added to the persistence of Western in building an anti-missile shield excluding Russia, is seen as a direct threat to their interests and national integrity.
Today, in the great patriotic war’s victory day, it could be interesting to pay attention to the Russian army parade in Moscow, because it could be a kind of thermometer (remember that in 2015, in the middle of Ukrainian war, one of the new army crown jewels was presented: The T-14), and it also could be used to know which direction is taking the Russian exterior politics, which have come marked by a great aggressiveness in the last 5 years. In this time there have been many unprecedented strength shows (at least since URRSS fall); being especially relevant those carried out in Syria, as the deployment of the well-known missile systems S-300 or Sukhoi 35. Without going any further, the Russian army has ordered 15 new TU-160 (strategical long-range bombers) with which they could double their bombing capability and this give us an approximate idea about which is the path chosen by the Putin’s government.
Definitely, despite tensions between NATO and Russia seem to continue the same, using demands and concessions as negotiation tools to unlock other more important questions, it couldn’t be ignored the fact that the East of Europe is being remilitarized quickly, which, added to Russia’s presence increasing in the Mediterranean Sea and the latest exterior politics, could mean a real threat to stability, maybe not in the whole Europe, but at least in the bordering countries.
FERNANDO LAMAS MORENO
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