El gobierno de Obama ha seguido una estrategia de apertura, que se ha manifestado con el acuerdo nuclear con Irán y el acercamiento a Cuba; las medidas adoptadas esta semana muestran que los países del sudeste asiático no son una excepción. Desde 2014 los esfuerzos de Washington en la zona por favorecer el camino hacia la democracia han sido una constante y esta semana Obama ha comenzado una nueva etapa con su visita a Vietnam, que estará seguida por una visita a Japón para la Cumbre del G-7 en Ise-Shima, en la prefectura de Mie. El embargo de armas impuesto a Vietnam hace 41 años se ha levantado por representar lo que Obama califica como un «vestigio persistente de la Guerra Fría» y una forma de promover la apertura a un país que ha demostrado una mejora en los derechos humanos y la democratización. La decisión permitirá al país tener acceso a los equipos necesarios para defenderse, incluso pese a que la venta de armas tenga que seguir cumpliendo estrictos requisitos. Sin embargo, a pesar de la insistencia de Obama por aclarar que la intensificación de las relaciones con Vietnam no forma parte de la estrategia política de Washington hacia China, lo cierto es que las reivindicaciones territoriales de China han despertado intereses de Estados Unidos en la región. En efecto, los EE.UU. están tratando de reforzar las relaciones con sus aliados del Pacífico, dada la guerra silenciosa en el Mar del Sur de China entre la superpotencia asiática y el resto de los países del sudeste de Asia.
El acercamiento a Vietnam llega la misma semana en que el gobierno de Obama declara el levantamiento de sanciones a Myanmar, que entró en vigor el miércoles 18 de mayo. En este caso las sanciones no eran armamentísticas, sino referidas a la eliminación de las restricciones a los bancos y las empresas de propiedad estatal, lo que permitirá la reanudación del comercio entre empresas e instituciones financieras estadounidenses y birmanas. Según Rhodes, asesor adjunto de seguridad nacional del Presidente para la comunicación estratégica, los EE.UU están tratando de recompensar los avances democráticos del país tras décadas de brutal dominio militar. Myanmar ha soportado sanciones más severas que los países vecinos a causa de la amenaza potencial de un cambio en el proceso democrático. Sin embargo, las sanciones continuarán impuestas hacia los individuos que atenten contra el cambio político, así como las entidades contra los derechos humanos. Para Rhodes el levantamiento de las sanciones económicas debe preceder a la liberalización completa de Myanmar, pero ha habido críticas en el interior del país debido a la preocupación por la posibilidad de que los viejos poderes que se beneficiaron del sistema financiero y político en el pasado impidan la reforma democrática. Visto desde una perspectiva global, está claro que la medida es un paso estratégico de EE.UU en su política de alianzas con países del Pacífico que han sido durante mucho tiempo considerados como enemigos.
Ambos pasos son un signo evidente del cambio en la polaridad que se está produciendo en el sistema mundial y al que Obama se está enfrentando a través de una estrategia diplomática. La reordenación del sistema de alianzas tiene la intención de poner fin a las coaliciones políticas que se desarrollaron durante la Guerra Fría y, al mismo tiempo, son consecuencia de una guerra tal vez menos agresiva, pero igualmente evidente entre las grandes superpotencias: China, Rusia y Estados Unidos. Sin duda, las visitas de Obama al continente asiático no son en vano y la próxima Cumbre del G-7 en Japón, durante la cual Obama mostrará un movimiento histórico al convertirse en el primer Presidente estadounidense en visitar Hiroshima, está destinada en señalar el foco de interés en Asia. En referencia a Hiroshima, Obama ya ha expresado su preocupación en materia de armas nucleares, así como sus esfuerzos en lo que respecta al acuerdo logrado con Irán, pero también ha aprovechado la oportunidad para criticar a Rusia por su falta de interés en ir más allá en la reducción de arsenales nucleares. Los límites para el enfoque de Obama en Asia sólo se pueden definir en referencia a cómo China y Rusia jueguen su papel en el continente, siendo claro que el próximo punto caliente en el tablero de la política internacional será el sudeste de Asia.
The approach to Vietnam comes the same week that the Obama administration declares a lift of sanctions on Myanmar, which came to effect on Wednesday 18th of May. This time it is not related to arms but to the removal of restrictions on state-owned banks and businesses that will allow the restart of trade between American and Burmese companies and financial institutions. According to Rhodes, the President’s deputy national security adviser for strategic communication, the US is seeking to reward the country’s moves towards democracy after decades of brutal military dominance. Myanmar has for long endured sanctions in many ways more severe than the neighbouring countries because of the potential threat of a shift in the democratic process. Nevertheless, sanctions will continue on individuals attempting against the political change, as well as entities against human rights. For Rhodes the lifting of economic sanctions should precede the complete liberalisation of the country, but critics have aroused inside the country because of the concern about the possibility of old powers that profited of the past financial and political system to provoke a change. Seen from a global perspective, it looks as another step taken by the US to engage in the closeness to Pacific countries which have been for long seen as enemies.
Both steps are an evident sign of the polarity turn that is taking place in the global system and which Obama is facing throughout a strategy of diplomacy. The reorder of the alliance system intends to put an end to the political coalitions that developed during the Cold War and, at the same time, are a consequence of a maybe less aggressive but equally evident War between the great superpowers: China, Russia and the US. With no doubt Obama’s visits to the Asian continent are not in vane and the next G-7 Summit in Japan, during which Obama will show a historic move becoming the first US President to visit Hiroshima, is intended to draw the focus to Asia. In reference to Hiroshima, Obama has already expressed its concerns related to nuclear weapons as well as the efforts developed with Iran, but he also took the opportunity to criticise Russia for its lack of interest in going further in the issue of reducing nuclear stockpiles. The limits to Obama’s approach in Asia can only be defined in reference to how China and Russia play the role in the continent, being clear that the next hotspot will be South East Asia.
ALICIA PÉREZ GUIJARRO
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