El vuelo de EgyptAir MS804 cubría la ruta París-El Cairo. Tras ensamblar en el aeropuerto Charles De Gaulle, desapareció de los radares en la madrugada del día 19 de mayo, tras verificar su tránsito a las operadoras griegas cuando sobrevolaba el Mediterráneo, cerca de alcanzar el espacio aéreo egipcio. En el avión siniestrado viajaban 66 personas, 56 pasajeros y 10 tripulantes. Actualmente se buscan los restos del avión a unos 290 kilómetros de la costa de la ciudad egipcia de Alejandría.
De las evidencias que se han obtenido durante los últimos días, se han podido sacar unas hipótesis fundamentales, aunque aún no corroboradas (mostradas en la imagen1); a través del método de análisis ACH se pueden exteriorizar las hipótesis de lo sucedido más cercanas a la realidad, quedando como menos probable el fallo técnico y como más probable una infiltración en cualquiera de los aeropuertos (Francia con mayor seguridad) y la implicación de algunos de los tripulantes o trabajadores del aeropuerto. El que no se haya pronunciado ningún grupo terrorista a la hora de reivindicar el ataque (Al Qaeda o Estado Islámico, por ser los protagonistas en la guerra contra Occidente –en este caso contra Francia, por su participación militar en África y Oriente Medio- y Egipto –considerado un gobierno musulmán apóstata y con múltiples divisiones internas en contra y a favor del actual gobernante), puede conducirnos a un complot más aislado, pero no pueden cerrarse aún ninguna de las hipótesis.
Lo que sí nos queda claro es que existe una clara deficiencia en la seguridad aeroportuaria en el caso de que en realidad haya habido una infiltración de un dispositivo dañino en el interior del avión; pero lo que es más preocupante es que la infiltración se haya producido por algún miembro de la tripulación o por algún trabajador de las instalaciones de transporte, como ya ha ocurrido otras veces –hipótesis más probable dada una serie de evidencias: desde mediados de diciembre se ha retirado el pase a 70 de los 8.500 agentes que trabajan en los enclaves más sensibles del aeropuerto francés «por radicalización» y además, hace dos años, ese mismo avión recibió amenazas en Egipto motivadas por lo que sucedía en el país por la política de Al Sisi por parte de trabajadores de la aerolínea demostradas a través de pinturas en la parte inferior de la nave que decían: “Vamos a derribar este avión”.
Egipto lleva un largo registro de siniestros de avión en los últimos años: un derribo desde la Península del Sinaí, un secuestro y ahora una desaparición; pero es que en Europa también lleva un recuento (si recordamos, por ejemplo, el de Germanwings en el 2015). A pesar de todo esto y aun estando todavía en estado de alerta tras los atentados de París, el país no cambiará sus medidas de seguridad.
Lo que sí está claro es que el incidente repercutirá especialmente en ambos países involucrados: Francia y Egipto, siendo para este último catastrófico para su sector turístico, principal impulsor de la economía del país. Que la catástrofe haya sucedido a la entrada del espacio aéreo egipcio, sin haber demostrado en las últimas 24 horas ningún fallo técnico, adelanta la probabilidad de un ataque desde el interior del avión -manipulado desde dentro o desde fuera, pero en todo caso introducido saltándose todas las medidas de seguridad y teniendo lugar en espacios de acceso restringido dentro del transporte-.
Este nuevo accidente aéreo pone sobre la mesa el debate acerca de la seguridad y el control dentro de los espacios de transporte, siendo de vital importancia el aumento de control del personal y de las cargas que se introducen dentro de los aparatos –a través de escáneres incluso corporales, ya que últimamente los atacantes buscan formas creativas de saltarse las medidas de seguridad: zapatos e impresoras bomba, explosivos líquidos o adheridos a la piel, etc- y especialmente el registro y un control profundo de las zonas de carga y descarga.
From the evidences that have been obtained in recent days, we have been able to take some fundamental assumptions, although not yet substantiated (shown in image1); through the method of analysis ACH, it can be externalized the assumptions of what happened closer to reality, leaving as less probable the technical failure and as the most probable the infiltration in any of the airports (France, maybe) and the involvement of some of the crew or airport workers. Any terrorist group has claimed the attack (Al Qaeda or Islamic State, being the protagonists in the war against the West -in this case against France, for its military involvement in Africa and the Middle East and Egypt, considered an apostate Muslim government which is suffering multiple internal divisions against the current ruler), so it can lead to a more secluded plot, but still can not close any of the hypotheses.
What it is clear is that there is a deficiency in the airports security if there has been an infiltration of a harmful device inside the aircraft; but what is more worrying is if the infiltration has occurred by any member of the crew or by some workers of transport facilities, a hypothesis most likely because of a series of evidences: from mid-December were withdrawn 70 of the 8,500 agents working in the most sensitive sites in the French airport «for radicalization» and also two years ago, that same aircraft received threats in Egypt motivated by what was happening in the country for Al Sisi’s policy by some airline workers demonstrated through paintings at the bottom of the craft which said: «Let’s tear down this plane.»
Egypt takes a long record of aircraft accidents in recent years: a takedown from the Sinai Peninsula, a kidnapping and now a disappearance; Europe also carries a count (if we remember, for example, Germanwings in 2015). Despite all this and still being on alert after the attacks in Paris, the country will not change its security measures.
What is clear is that the incident involved an impact especially in these two countries: France and Egypt, catastrophic for their tourism sector, the driving force of the economy in the African country. The catastrophe has happened at the entrance of the Egyptian airspace, without having demonstrated in the last 24 hours any technical failure, advances the probability of an attack from the inside of the airplane -manipulated from inside or outside, but in any case it was brought skipping all security measures and took place in restricted spaces of the aircraft-.
This new air crash puts on the table the debate about the safety and the control in transport spaces, being of vital importance the control of the personnel and loads that are introduced into the apparatus – through body scanners because the attackers are seeking for more creative ways to bypass the security measures: shoes and printer bombs, explosive liquids or attached to the skin, etc- and especially, it is needed the registration and a deep control of the loading and unloading areas.
MARTA Gª OUTÓN
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