A lo largo de la semana pasada una propuesta para la reforma del gabinete de seguridad en Israel ha sido aprobada tras la aceptación tanto del primer ministro Benyamin Netanyahu como del líder del partido Bait Yehudi, Naftali Bennett. La reforma ha incluido el nombramiento de Avigdor Lieberman como ministro de Defensa, que había sido una de las principales causas de disputa que habían llevado a una tensa crisis de la coalición hasta el acuerdo. Junto con Lieberman, Sofá Landver de Israel Beiteinu ha tomado el puesto como nueva ministra de la absorción de inmigrantes y Tzachi Hanegbi del Likud ha sido nombrado ministro sin cartera en la Oficina del Primer Ministro; los tres han asumido su cargo tras su aprobación final esta tarde en el Knesset. El movimiento ha sido interpretado como parte de la política de expansión de la coalición de Netanyahu, que ha pasado de 61 a 66 escaños en el Knesset, con el fin de «mejorar la estabilidad en el Gobierno» en vista de las amenazas que enfrenta el país. Lejos de lo esperado, los observadores en Jerusalén consideraban la reforma como una oportunidad para que la Unión Sionista, el partido de la oposición de centro-izquierda, pudiese unirse al gabinete formando una coalición más centrista. Sin embargo, Netanyahu ha optado por un giro estratégico opuesto, moviéndose hacia la derecha. El nombramiento de Lieberman ha sido contestado con protestas por parte de la izquierda, que organizó manifestaciones en Tel Aviv durante el fin de semana convocadas por el partido Meretz y la organización Paz Ahora, conocida como la Lista Común (árabe). Lieberman es bien conocido en Israel por su realismo político y sus medidas de seguridad dramáticas que han sido sumamente criticadas por ciertas partes de la población.
Sin embargo, la designación llega en un contexto de amenazas y bajo una nueva línea de eventos que están llamando a una intensificación de las medidas de seguridad. En las últimas semanas, numerosos paquetes conteniendo equipos de comunicación y partes de drones han sido interceptados en su camino a Gaza. El mes pasado, drones enviados por Hamas volaron desde Gaza a la península del Sinaí; siendo Egipto incapaz de impedir las incursiones aéreas desde 1979 por el acuerdo de paz con Israel que prohíbe al ejército egipcio colocar cualquier tipo de armas aéreas en la región. El Sinaí se ha convertido en uno de los puntos más vulnerables ante el peligro de la expansión de células de ISIS. De hecho, a través de su propaganda ISIS ya ha llamado a instalarse en el Sinaí y ampliar las bases para atacar al Estado judío y, finalmente, conquistar Jerusalén. La presencia es real y casi 1.000 terroristas ya se encuentran situados en la zona, que recibe el apoyo de Hamas y alienta el contrabando de armas hacia la Franja de Gaza.
En vista del panorama, una vez más Israel se encuentra frente al dilema de combinar las disputas políticas internas y las amenazas externas; en esencia, frente al debate entre democracia y seguridad en el interior de un país constituido por dos poblaciones y dos nacionalismos opuestos. De acuerdo con la defensa del país, Lieberman ha mostrado determinación en el pasado y el giro de Netanyahu está en la salvaguarda de la supervivencia de un país que se enfrenta a un nuevo frente de guerra, además de Líbano, Siria y Gaza, y que es la península del Sinaí. Sin embargo, el nombramiento de Liberman y las designaciones de la derecha también traerán un aumento de la inestabilidad interna y un freno a las negociaciones de paz. Una vez más , Netanyahu antepone la seguridad a la paz interior y es que, dados los acontecimientos, se trata de una línea roja no sólo para el Likud y el actual gabinete de Gobierno, sino para mantener la estabilidad social, la seguridad de Israel y la prevención de que ISIS pueda amenazar el imaginario colectivo del Estado y el pueblo.
However, the election comes in a menacing context and under a new line of events that are calling for an intensification of the security measures. In recent weeks, packages with communication equipment and drone parts have been intercepted in their way to Gaza. Last month, Hamas drones flew from Gaza to the Sinai Peninsula; with Egypt being incapable of preventing the incursions for since 1979 the peace deal with Israel prohibits the Egyptian army to state any aircraft weapons in the region. The Sinai has become one of the most vulnerable given the danger of the possibility of ISIS cells establishing in the Peninsula. As a matter of fact, ISIS propaganda has already called to settle in the Sinai and expand bases from which to attack the Jewish state conquering, finally, Jerusalem. The presence is factual and nearly 1.000 terrorists are already placed in the area, receiving backing from Hamas and encouraging the smuggling of arms into the Gaza Strip.
In view of the panorama, Israel is once again finding itself with the dilemma of combining internal political disputes and external threats; in essence democracy and security inside a country made of two populations and two opposite nationalisms. Facing defence, Lieberman has shown determination in the past and the move is in the safeguard of the survival of a country who faces another war front in addition to Lebanon, Syria and Gaza, and that is the Sinai Peninsula. However, Liberman’s appointment and the right-wing designations will also bring a rise in internal unrest and a curb in the peace negotiations. Once again, Netanyahu sets security above internal peace and that is to say, is a red line not only for the Likud and the coalition Government, but for maintaining social stability and preventing ISIS from threatening the imaginary of the state and the people.
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