La ofensiva iniciada la semana pasada de manera conjunta entre las tropas kurdas y el ejército del régimen sirio, apoyada por los bombardeos extranjeros (principalmente de la coalición), se centra en estos momentos en recuperar las áreas controladas por DAESH al sudeste de Alepo.
La necesidad de retomar el control de la presa de Tabqa, infraestructura vital para el régimen sirio, y de liberar las poblaciones kurdas del norte de Siria del yugo del DAESH, ha llevado al establecimiento de una más que curiosa red de alianzas (Assad ha pasado de ser el problema a ser la única persona por la que puede pasar una solución) en detrimento de los intereses del enemigo común, que ve amenazada su presencia en Alepo y que, de perder posiciones en la región, vería desaparecer su “colchón” de seguridad en torno a Raqqa, así como numerosas rutas septentrionales de suministros que, hasta ahora, habían estado protegidas de los envites de Assad (centrado en la recuperación de las provincias de Homs y el sur de Deir Ez-Zor).
La experiencia y movilidad de las unidades ligeras kurdas, sumada a la potencia de fuego y la capacidad militar del régimen sirio, auguran un empeoramiento de la situación de DAESH en la región norte.
Del mismo modo, la ofensiva coordinada sobre Faluya y Ramadi, al oeste de Bagdad, continúa aumentando la presión sobre las acorraladas tropas de DAESH.
Los esfuerzos militares, tanto de Iraq como de Siria, van dirigidos en la actualidad a tomar, asegurar y defender las fuentes de agua, así como las localidades estratégicas que las dominan: Tabqa en Siria y Hadiza en Iraq. Esto parece indicar que los siguientes movimientos de esta ofensiva común, siempre que no mengue el apoyo aéreo extranjero, irán dirigidos al control de una porción significativa de ambas orillas del cauce del Éufrates, cuya localidad clave es Deir Ez-Zor.
A pesar de estos avances, y de la creciente presión de todos los actores del conflicto sobre DAESH, es pronto para cantar victoria puesto que los avances han sido más lentos de lo planeado (especialmente en Faluya y Ramadi) y el DAESH sigue controlando y pudiendo defender las vitales ciudades de Raqqa, Mosul y Deir Ez-Zor, así como amplias regiones con abundantes recursos hídricos y petrolíferos.
Como conclusión, el conflicto ha evolucionado (al menos mientras DAESH persista como amenaza) de un enfrentamiento múltiple a uno de dos bandos: Pro DAESH y Anti DAESH. Dicha evolución tiene consecuencias negativas para los intereses de DAESH y se está traduciendo en un deterioro de su integridad territorial, aunque más lentamente de lo que pretenden kurdos, iraquíes y sirios. Así mismo, el éxito de esta ofensiva no se consolidará hasta que haya un control real sobre los recursos hídricos principales de Iraq y Siria y, de conseguirse, solo es el primer paso para tomar los principales núcleos controlados por DAESH.
The need of retaking control over Tabqa’s Dam, a crucial infrastructure for the Syrian government, and of freeing the northern Syrian Kurdish areas from the yoke of DAESH, have produced a strange alliance (Assad has become a crucial part of the solution, when months ago he was the main obstacle for everybody) against the common enemy interests, which sees threaten its presence in Aleppo and which, if lose positions in the region, would see its safety cushion around Raqqa disappear, as well as numerous northern supplying routes which, until now, have been protected from Syrian army attacks (focused in the control of Homs and the southern Deir Ez-Zor).
The light Kurdish troops experience and mobility, added to the power and the capabilities of the Syrian Army, predict a worsening of DAESH’s situation in the north region.
In the same way, the coordinated offensive over Fallujah and Ramadi, west Bagdad, continues putting pressure over the sieged troops of DAESH.
The Iraqi and Syrian military efforts are now headed to regain, secure and defend the water sources, as well as the strategical villages around that sources: Tabqa, in Syria, and Haditha, in Iraq. This seems to indicate that the next movements of this joint offensive will be directed to a significant portion of both shores of the Euphrates, in which the key position is the city of Deir Ez-Zor.
Despite this progresses and the growing pressure of all the actors over DAESH, is too soon to claim victory, considering that the advances have been slower than planned (specially in Fallujah and Ramadi) and DAESH still controlling and being able to defend vital cities of Raqqa, Mosul and Deir Ez-Zor, as well as wide regions plenty of water and oil.
As conclusion, the conflict has evolved (at least while DAESH persist as a threat) from a multiple side conflict into a two side conflict: Pro DAESH vs Anti DAESH. That evolution has negative consequences for DAESH’s interests and is turning into a deterioration of their territorial integrity, although slower than Kurdish, Iraqis and Syrians expect.
In the same way, the success of this offensive will not consolidate until there is a real control over the main hydrological sources of Iraq and Syria, and if achieved, it would be only the first step to take the main core-cities controlled by DAESH.
FERNANDO LAMAS MORENO
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