Los días 8 y 9 de julio tuvo lugar la Cumbre de la OTAN en Varsovia en la que se abordaron las próximas líneas de actuación de la Alianza Atlántica: la primera jornada la dedicó al flanco este y la seguridad en el Mediterráneo, mientras que la segunda se ha centrado en el despliegue de tropas para combatir al Estado Islámico en Siria e Iraq y el mantenimiento de sus fuerzas en Afganistán. La Cumbre se ha saldado con importantes avances regionales en un contexto en el que, a parte de los peligros destacados, el impacto del Brexit ha tenido a su vez una resonancia destacable en cuanto que supone un duro golpe en la cooperación entre la UE y la OTAN: por un lado, es evidente que el Brexit traerá consecuencias estratégicas dada la relación especial entre Reino Unido y Estados Unidos y puesto que deja a Francia como principal actor europeo, siendo éste el que más rechazo siente hacia la OTAN; por otro lado, las disonancias entre los países en lo que se refiere a la amenaza −o no− rusa permanece latente. A pesar de ello, el presidente polaco Andrzej Duda y el secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg destacaron en la mañana del jueves que “la cumbre supone una demostración de unidad” y aprovecharon para subrayar el carácter defensivo de la OTAN que, en un mundo cada vez más peligroso, está tomando medidas para reforzar la defensa colectiva y la disuasión. En efecto, ambos elementos asientan las bases de la estrategia de la OTAN que ha decidido mantener su política intrusiva con la asistencia del primer ministro de Montenegro a la Cumbre −país que ha firmado el protocolo de adhesión y que pronto será miembro permanente− y, por otro lado, ha decidido redefinir su política hacia Rusia incrementando el papel disuasorio.
Esta política de disuasión pasa por el despliegue del escudo antimisil en Rumanía y Polonia, así como de cuatro batallones en países bálticos y en Polonia. Estados Unidos, a su vez, aumentará el gasto militar significativamente a modo de protección a los países del Este que, desde la crisis de Ucrania, han hecho saltar las alarmas tal y como demostraron en la reunión de los ministros de defensa de los países de la OTAN que tuvo lugar el pasado mes. No obstante, la OTAN sigue enarbolando su función defensiva y pretende continuar el diálogo con Rusia a través del Acta Fundacional de 1997 y el Consejo Permanente Rusia-OTAN de 2002 puesto que aún existen áreas de interés mutuo que incluyen escenarios más allá de Europa como son la lucha antiterrorista y la guerra en Siria. Sin embargo, desde el Kremlin se ha criticado la iniciativa de la OTAN que en palabras de Zajárova, portavoz del Ministerio de Exteriores de Rusia, va a llevar a consecuencias negativas para el sistema de seguridad euroatlántico y deberá estar sujeto a explicaciones en el Consejo OTAN-Rusia que comienza hoy, 13 de julio.
A su vez, la OTAN ha acordado apoyar la coalición anti-DAESH que lidera Estados Unidos como organización −a pesar de que algunos países ya formen parte a título individual− y en pocas semanas se enviará un equipo para el entrenamiento de fuerzas iraquíes en Bagdad, Jordania y Túnez. Además, en la Cumbre se decidió seguir respaldando la misión en Afganistán de apoyo a las fuerzas afganas más allá de 2016 y contribuir hasta 2020 para lograr la estabilidad en el país. Finalmente, se puso sobre la mesa la necesidad de una operación marítima en el Mediterráneo que colabore con la Operación Sofia de la UE para la vigilancia y lucha contra el terrorismo −con especiales miras a Libia− de forma semejante a la actuación llevada a cabo el mar Egeo desde febrero de este año. Sin embargo, existen dudas sobre si tal misión se llevará adelante por el peligro que existe de caer en duplicidades.
A modo de conclusión, la Cumbre de la OTAN ha puesto sobre relieve las nuevas amenazas a las que se enfrenta la Alianza en la actualidad y ha atendido a los peligros que incluyen el panorama en Oriente Medio y la inestabilidad de África con sus repercusiones en materia terrorista para Europa. Sin embargo, las cuestiones decisivas siguen girando en torno a las relaciones con Rusia y al creciente esfuerzo por demostrar unidad que Rusia intenta frenar con conflictos congelados en sus alrededores, principalmente en Ucrania, Moldavia y Georgia.
This policy of deterrence has been reflected through the deployment of the anti-missile shield in Romania and Poland, as well as that of four battalions in Baltic countries and Poland. United States, in turn, is planning to increase its military spending significantly as a way of protection to the Eastern European countries that, since the crisis in Ukraine, have set off the alarm as they demonstrated at the meeting of the defence ministers of NATO countries that took place last month. However, NATO is still brandishing its defensive role and intends to continue the dialogue with Russia through the 1997 Founding Act and the Permanent Russia-NATO Council of 2002 as there are still areas of mutual interest including scenarios beyond Europe like the fight against terrorism and the war in Syria. However, the Kremlin has criticized the NATO initiative which in the words of Zajárova, spokesman for the Foreign Ministry of Russia, will lead to negative consequences for the system of Euro-Atlantic security and should be subject to explanations in the NATO Council -Russia which begins today, July 13.
In addition, NATO has agreed to support the anti-DAESH US-led coalition as organization − although some countries are already part of it individually− and within weeks a team for the training of Iraqi forces will be sent to Baghdad, Jordan and Tunisia. Moreover, during the Summit it was decided to continue the mission in Afghanistan to support the Afghan forces beyond 2016 and up to 2020 to help achieve stability in the country. Finally, the need for a maritime operation in the Mediterranean to collaborate with the EU Operation Sofia for monitoring and combating terrorism −with special view on Libya− similarly to the action carried out in the Aegean Sea since February this year. However, there are doubts whether such a mission will be effectively carried out by the danger exists of falling into duplications.
All in all, the NATO Summit has highlighted new threats that the Alliance faces currently and has acknowledged dangers including the Middle East and instability in Africa, considering its impact on terrorism in Europe. However, the decisive questions are still cantered on relations with Russia and the growing effort to demonstrate unity, which Russia tries to stop with frozen conflicts in Ukraine, Moldova and Georgia.
ALICIA PÉREZ GUIJARRO
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