Hace algunas semanas parecía que el gobierno de unidad nacional libio iba camino de asentarse en medio del absoluto caos tribal en que el país se encuentra inmerso desde la muerte de Muamar El-Gadafi, pero la paz y la estabilidad no terminan de llegar.
Para comprender el conflicto civil libio es primordial conocer cómo consiguió Gadafi mantener una Libia unida durante 40 años. Gadafi supo entablar las alianzas necesarias con todas las tribus que habitaban el territorio, erigiéndose como un líder fuerte que supo comprender las necesidades de los clanes y aplacar las voces discordantes con una rápida y contundente represión cuando fue necesario. De este modo, de un territorio en el que, a priori, no había homogeneidad suficiente, surgió un país estable que mantuvo su unidad utilizando la figura de Gadafi como único elemento de cohesión.
Gadafi conocía a la perfección la realidad de su país, y concibió un sistema de defensa nacional mediante el cual, en el caso de darse un ataque extranjero, el país se convirtiese en una trampa ingobernable. Dicho sistema se basaba en la disposición de arsenales repartidos por todo el territorio, bajo la responsabilidad de los líderes regionales.
En la actualidad nos encontramos ante una situación caótica, un estado fallido, en el que el propósito de que el país se convirtiese en un avispero se ha visto consumado; los arsenales o han sido utilizados por los diferentes señores de la guerra para afianzar su cuota particular de poder o han caído en manos de los grupos radicales. Esta situación ha dado origen a un intenso tráfico de armas, a la aparición de rutas de narcotráfico y tráfico de seres humanos, y a la aparición de una filial libia del Estado Islámico.
Todos los esfuerzos por llegar a un acuerdo han sido en vano, toda vez que el líder militar de la facción que controla el Este de Libia, Jalifa Haftar (ENL), ha atacado tres de los puertos petroleros más importantes de Libia, Ras Lanuf, Es Sider y Zueitina, llegando a conquistar los dos primeros. Esta lucha por el petróleo limita las posibilidades de Libia de llegar a una recuperación económica que facilite la estabilidad.
A grandes rasgos, el Oeste cuenta con el apoyo de la comunidad internacional y el Este cuenta con el dominio de los recursos. La apuesta de la ONU, el gobierno de unidad nacional, será una quimera siempre que no se tenga un control efectivo sobre el sistema de producción y exportación de petróleo; el gobierno de Libia no será más que una iniciativa estéril
La guerra en Libia puede seguir varios cauces; en primer lugar, existe la posibilidad de que las fuerzas de Haftar vuelvan a encontrar apoyo internacional (hasta hace relativamente poco, Haftar era un buen aliado de EEUU), con lo que se erigirían como una solución alternativa viable a la propuesta por la ONU. Otra posibilidad es que el conflicto se perpetúe tanto que, a la hora de llegar a una tregua, resulte más fácil dividir la región y dar lugar a nuevos países (en este punto, las aspiraciones territoriales Tuareg son dignas de consideración).
Otra opción es esperar a que el apoyo internacional a Trípoli acabe por forzar una reconciliación de las fuerzas de Haftar y el gobierno, pero esto quizá suponga demasiado tiempo, debido principalmente a la creciente presión del estado islámico (una Libia dividida es un terreno propicio para la expansión del EI), y los riesgos para Europa que derivan de esta situación, como pueden ser
el flujo de refugiados, el tráfico de armas y explosivos, la desestabilización de países colindantes, la presencia de un polo de radicalización, las limitaciones de acceso a hidrocarburos, etc.
Libia es un escenario vital para Occidente, no solo por ser un estado fallido musulmán (con todas las implicaciones que ello conlleva) si porque, al fin y al cabo, se trata de un país vecino que se encuentra a apenas 400Km de la costa italiana.
En definitiva, en cuanto a Libia, es preferible la peor de las soluciones definitivas antes que la mejor de las soluciones temporales; el mundo puede lidiar con dictaduras, teocracias, estalinismos y estados islámicos radicales, pero no con un estado fallido que cambia de dirección constantemente y sobre cuyas dinámicas no se puede actuar por carecer de estructuras.
To understand the Libyan civil war, it’s crucial to know how did Gadhafi maintained a united Libya for 40 years. Gadhafi knew how to set the bests allegiances with the Libyan tribes, becoming a strong leader who knew how to understand the clan’s necessities and how to cut the opposing voices with fast and brutal repression when necessary. This way, a territory in which there was not enough homogeneity became a stable country which maintained its unity through the figure of Gadhafi.
Gadhafi knew his country’s reality perfectly, and conceived a national defense system through which, in case of foreign attack, Libya would turn into an ungovernable trap. That system was based on the colocation of many arsenals along the territory, under the responsibility of the regional leaders.
Nowadays, we are facing a chaotic situation, a failed state, in which the purpose of turning the country into a wasps’ nest has become reality; the arsenals have been used by the different war lords to hold their piece of power or have fallen under the control of Islamic radical groups. This situation has started a huge weapons’ traffic, drug dealing routes, humans’ traffic and the apparition of a Libyan Islamic State’s filial.
All the efforts to reach an agreement have been for nothing, as the military leader of East Libya, Khalifa Haftar (NLA), has attacked three of the most important oil ports of Libya, Ras Lanuf, Es Sider and Zueitina, taking control over the first two. This fight for the oil limits the Libyan possibilities of reaching an economic recuperation which ease the stability.
In rough outlines, the West has the international support while the East has the control over the natural resources. UN’s bet for the National Unity Government will be a chimera as long as the West hasn’t control over the oil production and exportation system; the govern of Libya will be nothing but a meagre initiative.
The Libyan war could follow several streams; in first place, it’s possible that Haftar’s forces could find international support again (not so long, Haftar was a good American ally), becoming a viable alternative for the country. Another possibility is that the conflict perpetuates as much as the
easiest solution could be to split the country in several different republics (in this scenario, the Touareg territorial aspirations are important).
Another option is to wait that the international support to Tripoli finally compels both forces to reach an agreement, but this may mean too much time, due to the growing Islamic State pressure (a divided Libya is a good field to expand IS), and the risks as a result of this situation, as the refugee’s flow, the weapons’ and drugs’ dealing, the destabilization of surrounding countries, the apparition of a radicalization pole, the hydrocarbons lack…
Libya is a vital scenario for Western, not only for being a failed Muslim state (with all its consequences) but also for being a really close country, just 400Km away from the Italian coast.
Definitely, regarding Libya, is preferable the worst of the permanent solutions than the best of the temporary solutions; the world can hold dictatorships, theocracies, Stalinism or radical Islamic states… but not a failed state which changes its way day after day and over which dynamics is impossible to act due to the lack of solid structures.
FERNANDO LAMAS MORENO
2 thoughts on “LIBIA, ¿APUESTA ESTÉRIL DE LA ONU?/ Libya, UN’s meagre bet?”