Tras dos años de disputas y bloqueos políticos Líbano ya tiene presidente. El consenso dado entre los dos bloques que acrecentaron sus diferencias a partir de la Guerra Civil Siria no es sino una estrategia para preservar la independencia y la autoridad libanesa en la región.
La política del país se vio sumida en la tradicional escisión religiosa que divide a los sunitas y a los chiíes. La elección del cristiano maronita Michel Aoun, ex comandante del ejército en la Guerra Civil Libanesa y perteneciente al bloque de Hezbolá deja en evidencia que ante todo Líbano quiere mantenerse fuerte y unido frente a los conflictos y amenazas que colindan con el país.
El consenso se ha visto dificultado por la posición que cada uno de los bloques tenía sobre el conflicto sirio. Los chiíes, defensores de Al- Assad confrontaban con los sunitas, muy críticos con el gobierno sirio y con todos sus aliados. El tradicional conflicto que divide a los musulmanes, potenciado por la lucha por la hegemonía regional dada entre Irán y Arabia Saudí ha amenazado durante 30 meses la integridad libanesa, dejando al país sin presidente durante todo este tiempo, y siendo un actor menos en la lucha por el poder de la zona a la que, poco a poco, va uniéndose Turquía.
Pero Líbano ha salido reforzado de este vacío presidencial. Los líderes de los distintos bloques han abogado por la unidad y el refortalecimiento del país, cediendo en religiones y costumbres, y dejando un hueco al realismo político que gobierna en el escenario más inestable y cruento de la Sociedad Internacional.
El consenso libanés no ha de entenderse como un acuerdo sin más, que deja el gobierno al candidato que más votos ha recabado. En el contexto regional de la rivalidad musulmana, que un bloque suní deje el gobierno en manos de un candidato respaldado por Hezbolá no es sino un esfuerzo por consagrar Líbano como una potencia más. Líbano quiere ser hegemón, quiere ostentar liderazgo y quiere ser reconocido como un estado fuerte más.
En definitiva, la estrategia libanesa es un movimiento más en el juego de poder que ha hecho que Oriente Medio esté sumida en guerras y sea un nido de terroristas. Líbano deja claro que, al margen de las rivalidades internas por el poder del país, en política exterior los bloques deben aunar fuerzas. Independientemente de quién gobierne Siria o del poder que alcancen los autoproclamados abanderados de las escisiones musulmanas- Arabia Saudí e Irán- Líbano es un país fuerte, que se ha decantado por quienes mejor preservan su independencia, alejándose del supuesto cobijo que podría haber dado Arabia Saudí y posicionándose en el bando que, si bien no responde a una mayor fuerza a nivel mundial, mantiene la fuerza en la soberanía que Líbano defiende en su área de influencia.
After two years of wrangling and political blockades Lebanon has already president. The consensus between the two blocs given that increased their differences from the Syrian Civil War is a strategy to preserve the independence and the Lebanese authority in the region.
The policy of the country was mired in traditional religious split that divides Sunnis and Shiites. The choice of Maronite Christian Michel Aoun, a former army commander in the Lebanese Civil War and belonging to block Hezbollah makes it clear that Lebanon wants above all stay strong and united front to conflicts and threats bordering the country.
The consensus has been hampered by the position that each of the blocks had on the Syrian conflict. Shiites, Al-Assad advocates confronted with the Sunnis, very critical of the Syrian government and all its allies. The traditional conflict that divides Muslims, has been powered by the struggle for regional hegemony given between Iran and Saudi Arabia has threatened during 30 months the Lebanese integrity, leaving the country without a president for all this time, and being an actor less in the fight by the power of the zone to which, little by little, is joining Turkey.
But Lebanon has been strengthened in this presidential vacuum. Leaders the different blocs are have advocated unity and restrengthening the country, giving in religions and customs, and leaving a hollow to political realism that governs in the most unstable and bloody scenario of the International Society.
The Lebanese consensus must not be understood as an agreement without else, leaving the government to the candidate who has collected the most votes. In the regional context of the Muslim rivalry, a Sunni bloc leave the government in the hands of a Hezbollah-backed candidate is nothing but an effort to enshrine Lebanon as a more power. Lebanon wants to be an hegemon, wants to hold leadership and wants to be recognized as a stronger state.
In short, the Lebanese strategy is a move in the game of power that has made the Middle East is engulfed in wars and is a nest of terrorists. Lebanon makes clear that, regardless of internal rivalry for power in the country, foreign policy blocks should join forces. Regardless of who governs Syria or power to reach the self-proclaimed champions of-Muslim schisms Saudi Arabia and Iran Lebanon is a strong country that has opted by those who best preserve their independence, away from the course shelter that could have given Saudi Arabia and positioning on the side that, while not responding to a stronger worldwide, maintains strength in Lebanon defends sovereignty in its area of influence.
PATRICIA JURADO DE LA SANTA
2 thoughts on “LA ESTRATEGIA LIBANESA EN LA ELECCIÓN DEL PRESIDENTE/ Lebanese strategy in the election of President”