10 años de procesos de conversaciones entre Europa y Turquía para el ingreso de éste último en la Unión han sido congelados el día 24 de noviembre hasta que se produzca un cambio en la política interna del país otomano[1], que desde julio ha alarmado a la comunidad internacional con las numerosas represiones a la oposición del gobierno que han puesto en tela de juicio la protección de los derechos y libertades fundamentales de algunos de sus ciudadanos (desde el golpe de estado de julio de 2016, más de 10’000 personas han sido suspendidas, acusadas o arrestadas -los afectados pertenecían a los ámbitos de la educación, la comunicación y la seguridad mayoritariamente-). Tras esta última decisión en la Unión, Erdogan ha lanzado una amenaza que puede despertar las mayores inquietudes de los estados miembros: levantar las barreras que contienen a los casi 3 millones de refugiados que huyen de un Oriente Medio en conflicto. Kefalogiannis, presidente de la delegación europea-turca en el comité parlamentario, resaltó que esta última decisión europea no hacía más que proteger la identidad de los estados miembros y garantizar que el proceso de adhesión cumple con los requisitos de pertenencia a la Unión: “Turquía debe dejar de exhibir esa enorme deficiencia de democracia, especialmente después del golpe de estado del 15 de julio, y debería dejar de plantearse la reintroducción de la pena de muerte. Además, Turquía debe adoptar los valores y el estándar europeo, respetar las cláusulas europeas y dejar de poner en entredicho tratados internacionales, como el Tratado de Lausane[2]” [3].
Turquía hospeda el mayor número de refugiados en el mundo desde el comienzo de la crisis de Siria (unos 3 millones). A principios de año, Turquía y la Unión firmaron un tratado[4] por el que el país otomano ayudaría a Europa a reducir la llegada de refugiados a suelo europeo a cambio de una cantidad interesante de dinero (3.000 millones de dólares); esto ha permitido gestionar de forma más segura la crisis por los estados miembros mientras financiaban al país turco el gasto por el mantenimiento del problema detrás de sus fronteras. No obstante, este acuerdo comprado ha amenazado con resquebrajarse desde el lado turco a lo largo del tiempo (y especialmente durante este mes) ante las continuadas evasiones europeas para agilizar el proceso que eliminase la exigencia de visados a los turcos o debido al constante alargamiento de las conversaciones para la integración de Turquía en la Unión. No obstante, cada vez más se resalta lo lejos que se encuentran unos de otros, sobre todo ante el viraje de la dirección truca con respecto a la europea y a la de la OTAN, ya que en los últimos años ha mostrado una identidad más autocrática e islamista y ha llevado a cabo una política de línea dura centrada en sus problemas nacionales y vecinos.
Tras el golpe de estado, Ankara no sabe muy bien hacia dónde ir y vuelve sus miras a todos aquellos actores que le puedan garantizar una atención que no ha sido cubierta por sus aliados en los últimos años. No obstante, ni Rusia estará dispuesta a confiar plenamente en un jefe de estado que ha dado la espalda a tantos acuerdos y países con los que tenía establecidos fuertes lazos (Turquía ha sido parte de la OTAN desde el nacimiento de la misma, por ejemplo) ni Turquía estará dispuesta a arriesgar tanto con tan poco. Sin duda, peleará por un papel más protagonista y hegemónico en la región, con menos dependencia extranjera, mostrando una postura de autoridad y de capacidad de solventar las cuestiones que le afectan internamente y regionalmente consciente de la posición estratégica que ocupa. Todos los rostros miran hacia Turquía, puerta hacia Oriente Próximo, por los intereses que les afectan (al ser garante del mayor tráfico de recursos entre el Mar Caspio y el Mar Negro, pero también por la importancia que tiene su posición para la salida al Mar Mediterráneo y las relaciones geopolíticas en la región). Erdogán jugará con eso a su favor, arañando en las debilidades de los actores más próximos (a la Unión Europea con la inmigración, a Rusia con los recursos, a la OTAN con su posición estratégica), pero al menos consciente de que el que más puede salir perdiendo (sin paraguas de alianza asegurado) es él mismo con la reestructuración de la OTAN (a la que se le están abriendo nuevos acercamientos, como Suecia[5]) y la Unión Europea (y su Estrategia Global de Seguridad y rearme militar).
10 years of talks between Europe and Turkey for the latter’s entry into the Union have been frozen on 24 November until happens a change in the internal policy of the Ottoman country[1], which since July has alarmed the international community with the numerous repressions against the government’s opposition which have called into question the protection of the fundamental rights and freedoms of some of its citizens (since the July 2016 coup d’état, over 10’000 people have been suspended, accused or arrested – those affected belonged to the areas of education, communication and security mostly). Following this latest decision in the Union, Erdogan has launched a threat that could arouse the biggest concerns of the member states: lift the barriers that contain the nearly 3 million refugees fleeing a conflicting Middle East. Mr Kefalogiannis, chairman of the European-Turkish delegation to the parliamentary committee, stressed that this latest European decision merely is protecting the identity of the member states and ensured that the accession process met the requirements of membership of the Union: «Turkey must cease to exhibit this enormous deficiency of democracy, especially after the coup d’état of July 15, and the reintroduction of the death penalty should no longer be considered. In addition, Turkey must adopt the European values and standards, respect the European clauses and stop calling into question the international agreements such as the Lausanne Treaty[2]»[3].
Turkey hosts the largest number of refugees in the world since the beginning of the crisis in Syria (about 3 million). Earlier this year, Turkey and the Union signed a treaty[4] under which the Ottoman country would help Europe to reduce the arrival of refugees to European soil in exchange for an interesting amount of money ($ 3 billion); This has allowed a more secure management of the crisis by the member states while financing the Turkish country the expense of maintaining the problem behind its borders. However, this purchased agreement has threatened to crawl from the Turkish side over time (and especially during this month) in the face of continued European evasions to streamline the process that would eliminate the visa requirement for the Turks or due to the constant lengthening of The talks on Turkey’s integration into the Union. However, it is increasingly emphasized how far apart they are from each other, especially in the face of the change of direction in relation to European and NATO leadership, since in recent years it has shown a more autocratic and Islamist and has pursued a hard-line policy centered on its national problems and neighbors.
After the coup, Ankara does not know very well where to go and turns his sights on all those actors who can guarantee an attention that has not been covered by his allies in the recent years. However, Russia will not be ready to fully trust a head of state that has turned its back on so many agreements and countries with which it had established strong ties (Turkey has been part of NATO since the birth of it, for example) Nor will Turkey be willing to risk so much with so little. Without a doubt, it will fight for a more protagonist and hegemonic role in the region, with less foreign dependence, showing a position of authority and ability to solve the issues that affect it internally and regionally, aware of the strategic position it occupies.
All faces look towards Turkey, the gateway to the Middle East, due to the interests that affect them (being the guarantor of the greater traffic of resources between the Caspian Sea and the Black Sea, but also because of the importance of its position for the exit to the Sea Mediterranean and the geopolitical relations in the region). Erdogan will play with that in his favor, clawing at the weaknesses of the closest actors (the European Union with immigration, Russia with resources, NATO with its strategic position), but at least aware that the most (Without an umbrella of assured alliance) is itself with the restructuring of NATO (to which new approaches are being opened, such as Sweden) and the European Union (and its Global Security Strategy and military rearmament).
MARTA GARCÍA OUTÓN
[1] http://www.europarl.europa.eu/news/en/news-room/20161117IPR51549/freeze-eu-accession-talks-with-turkey-until-it-halts-repression-urge-meps
[2] Acuerdo de paz que estableció las fronteras actuales de Turquía en 1912 y que ha mantenido la tensión entre Turquía y Grecia/ Peace agreement that established the current borders of Turkey in 1912 and has maintained the tension between Turkey and Greece
[3] http://www.europarl.europa.eu/news/en/news-room/20161128STO53408/eu-turkey-relations-%E2%80%9Cwe-are-entering-a-new-phase%E2%80%9D
[4] http://www.consilium.europa.eu/es/press/press-releases/2016/03/18-eu-turkey-statement/
[5] http://www.atlanticcouncil.org/blogs/natosource/swedes-ponder-joining-nato-as-trump-presidency-focuses-minds
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