CONTEXTO DE LA VISITA A IRAK Y DEL ACUERDO:
El primer ministro turco, Binali Yildirim, viajó a Bagdad y después a Erbil el día 7 de enero para encontrarse con su homólogo iraquí, Haider al Abadi; Yildirim fue acompañado por el ministro de defensa, el ministro de energía, el ministro de economía y el ministro de educación. La llegada de estos representantes desde Turquía demuestra la intención del país otomano de normalizar las relaciones político-económicas con Irak tras las tensiones sufridas por la intromisión militar de Ankara (sin el consentimiento del gobierno de Al Abadi) en la frontera iraquí con la excusa de proteger su integridad territorial ante el avance del YPG y del PKK (situados en los montes de Sinjar, en la provincia de Nínive, y en Rojava) y buscando su papel determinante en la liberación de Mosul y Tal Afar de las manos del Daesh. En los meses anteriores, las milicias chiíes de Irak, protagonistas de la lucha contra el autoproclamado Estado Islámico, reaccionaron condenando la intromisión de Turquía para proteger su hegemónico dominio del escenario político-militar iraquí[1].
Tras el encuentro, se ha llegado a un acuerdo por el que Turquía reconoce Bashiqa como una base iraquí y se compromete con respetar la soberanía del país; esto ha sido posible gracias al avance en la lucha contra el Daesh en Irak (que se resiste, desesperado, en la ciudad de Mosul con las rutas de salida y de abastecimiento cortadas[2]), a la promesa por parte de Al Abadi de mantener a la población suní en Mosul tras la expulsión del enemigo común y gracias al acuerdo establecido entre Bagdad y Erbil sobre el control, por parte de las fuerzas armadas del país, de la región de Sinjar (zona en disputa entre las diferentes fuerzas kurdas, motivo de preocupación de Turquía) [3].
ACTORES PRINCIPALES Y SU DIRECCIÓN EN EL CONTEXTO:
Turquía, atendiendo a su preocupación por proteger su propia integridad territorial y con el interés de detener la amenaza terrorista y la desestabilización fronteriza, insiste en la importancia de mantener la estabilidad política en Irak y, para el país otomano, la mejor forma de asegurar eso es estableciendo unas buenas y cercanas relaciones con el gobierno central de Irak en Bagdad y el gobierno del Kurdistán en Erbil; como aseguró el ex primer ministro turco, Numan Kurtulmus, en una entrevista a Rudaw: “Defendemos la integridad de Irak, dentro de la cual los acuerdos políticos y económicos deben producirse igualmente con el gobierno del Kurdistán y con los ciudadanos de Irak, apoyando el establecimiento de un sistema federal maduro donde todos los pueblos tengan sus derechos”[4] (Turquía mantiene una relación cercana con los Peshmergas kurdos de Irak y apoya su deseo de conseguir una mayor autonomía territorial alentando la defensa de los derechos de los pueblos, mientras se opone al federalismo en Siria temiendo una repercusión político-social en su propio territorio y un aumento del poder y la influencia del YPG y el PKK kurdos, enemigos históricos de Ankara). Turquía teme una segunda reestructuración territorial imitando el acuerdo de Sykes-Picot tras la Guerra Mundial ante la intromisión de Irán y el creciente poder e influencia de las milicias paramilitares chiíes (a las que se les acusa de llevar a cabo violaciones de derechos humanos contra la población suní al buscar una supremacía chií en la región) y las múltiples fuerzas kurdas asentadas en el norte de Siria e Irak (con la intención de quebrar el territorio y otorgarle una mayor autonomía en favor de una u otra facción).
Por otro lado, la importancia de reestablecer las relaciones económicas beneficia a ambos países, sobre todo cuando el gobierno del Kurdistán sufre actualmente una crisis económica y es tan dependiente de las exportaciones turcas (el 70% de las exportaciones turcas a Irak llegan a Erbil); con Bagdad, el comercio antes oscilaba en unos 15 billones de dólares y ahora se encuentra en unos 5 billones[5]. En el encuentro, Al Abadi ha asegurado que tras la caída de Mosul se reabrirá el proyecto del oleoducto que conectará con Ankara y que colaborarán en la reestructuración del sistema acuífero del Tigris y el Éufrates.
CONCLUSIÓN:
Tras un mayor acercamiento turco a Rusia y con el azote de terror que está sufriendo internamente ante la amenaza kurda y del Daesh, la aproximación político-militar turco al conflicto sirio-iraquí se está volviendo completamente diferente; el país otomano no puede abarcar tantos frentes con la intención de protegerlos con la misma intensidad. Siendo su prioridad la estabilidad nacional, está llevando a cabo una mejora de las relaciones diplomáticas con los países vecinos y olvidando algunos de sus obcecados y ambiciosos intereses: el protagonismo en la batalla de Mosul y la oposición al régimen sirio de Bashar al Assad; para Ankara, ante la creciente ruptura territorial de la región, disputada entre tantas facciones político-militares, es fundamental de momento apoyar la unidad y al gobierno legítimo para facilitar una transición estable y asegurada en el largo plazo. Turquía abandona su postura agresiva e impositiva, que le había abierto tantas heridas con los países vecinos (Rusia, Israel, Siria, Iraq…) y ahora avanza para identificarse como país hegemónico y referente para las relaciones político-diplomáticas en la región.
La actual postura más flexible de Turquía camina de acuerdo a lo establecido en los diálogos con Irak el pasado 7 de enero y con Rusia e Irán el 20 de diciembre, pero la verdad sobre lo dicho y prometido se avistará con el fin de la batalla de Mosul (sobre qué milicias y fuerzas serán las garantes del orden tras la expulsión del Daesh, dependiente de la aceptación o no de la población local) y durante el proceso de transición política en Siria (sobre el papel de los grupos armados kurdos en el país tras su determinante protagonismo en la lucha contra el Daesh).
CONTEXT OF THE VISIT TO IRAQ AND OF THE AGREEMENT:
Turkish Prime Minister, Binali Yildirim, traveled to Baghdad and then to Erbil on 7 January to meet with his Iraqi counterpart, Haider al Abadi; Yildirim was accompanied by the minister of defense, the minister of energy, the minister of economy and the minister of education. The arrival of these representatives from Turkey demonstrates the intention of the Ottoman country to normalize the political-economic relations with Iraq after the tensions suffered by the military intrusion of Ankara (without the consent of the government of Al Abadi) in the Iraqi border with the excuse of to protect its territorial integrity due to the advance of the YPG and the PKK (located in the mountains of Sinjar, Nineveh province, and Rojava) and seeking its decisive role in the liberation of Mosul and Tal Afar from the hands of Daesh. In previous months, the Iraqi Shiite militias, who have fought against the self-proclaimed Islamic State, reacted by condemning Turkey’s meddling in order to protect its hegemonic domination of the Iraqi political-military scenario[1].
After the meeting, an agreement has been reached in which Turkey recognizes Bashiqa as an Iraqi base and commits itself to respect the sovereignty of the country; this has been possible thanks to the advance in the fight against Daesh in Iraq (which resists, desperately, in the city of Mosul with the routes of exit and supply cut off[2]); it also has been possible thanks to the promise made by Al Abadi to maintain the Sunni population in Mosul after the expulsion of the common enemy and thanks to the agreement established between Baghdad and Erbil on the control, by the armed forces of the country, of the region of Sinjar (area in dispute between the different Kurdish forces, cause of concern of Turkey).
MAIN ACTORS AND THEIR MANAGEMENT IN THE CONTEXT:
Turkey, in view of its concern to protect its own territorial integrity and with an interest in stopping the terrorist threat and the border destabilization, emphasizes the importance of maintaining the political stability in Iraq. For the Ottoman country, the best way to ensure that is establishing good and close relations with the central government of Iraq in Baghdad and the government of Kurdistan in Erbil. As former Turkish Prime Minister Numan Kurtulmus said in an interview with Rudaw: «We stand for the integrity of Iraq, within which political and economic arrangements must also take place with the government of Kurdistan and with the citizens of Iraq, by supporting the establishment of a mature federal system where all peoples have their rights»[4] (Turkey maintains a close relationship with the Kurdish Peshmergas of Iraq and supports its desire to achieve a greater territorial autonomy by encouraging the defense of the rights of the people, while is opposed to the federalism in Syria, fearing a politico-social repercussion in their own territory and an increase in the power and influence of the Kurdish YPG and PKK, historical enemies of Ankara). Turkey fears a second territorial restructuring by mimicking Sykes-Picot’s post-World War II deal with Iran’s meddling and the growing power and influence of the Shiite paramilitary militias (who are accused of carrying out human rights violations against the Sunni population, seeking for the Shiite supremacy in the region) and the multiple Kurdish forces settled in northern Syria and Iraq (who have the intention of breaking the territory and recieve greater autonomy in favor of one or the other faction).
On the other hand, the importance of reestablishing the economic relations benefits both countries, especially when the government of Kurdistan is currently suffering an economic crisis and is so dependent on Turkish exports (70% of Turkish exports to Iraq reach Erbil); with Baghdad, the trade had previously hovered at about $ 15 billion and now stands at about $ 5 billion[5]. At the meeting, Al Abadi has assured that, after the fall of Mosul, it will be reopen the pipeline project that will be connected to Ankara, country which also has promised that it will collaborate in the restructuring of the Tigris and Euphrates river systems.
CONCLUSION:
After a closer Turkish approach to Russia and the scourge of terror that is suffering internally in the face of the Kurdish and Daesh threat, the Turkish political-military approach to the Syrian-Iraqi conflict is becoming completely different; The Ottoman country can not cover so many fronts with the intention of protecting them with the same intensity. His priority is the national stability, so it is improving its diplomatic relations with the neighboring countries and forgetting some of its obsessive and ambitious interests: the leading role in the battle of Mosul and the opposition to the Syrian regime of Bashar al-Assad. For Ankara, in view of the growing territorial rupture of the region disputed among so many political-military factions, it is fundamental at the moment to support unity and the legitimated government to facilitate a stable and assured transition in the long term. Turkey abandons its aggressive and imposing stance, which has opened up so many wounds to its neighbors (Russia, Israel, Syria, Iraq …) and is now moving to identify itself as a hegemonic and referent for political-diplomatic relations in the region.
Turkey’s current most flexible stance is in line with the dialogues with Iraq on Jan. 7 and with Russia and Iran on Dec. 20, but the truth about what is said and promised will be sighted at the end of the battle of Mosul (on which militias and forces will be the guarantors of the order after the expulsion of Daesh, depending on the acceptance of the local population) and during the process of political transition in Syria (on which role will recieve the Kurdish armed groups in the country after its decisive protagonism in the fight against Daesh).
MARTA Gª OUTÓN
[1]https://intelgiasp.com/2016/10/11/el-irak-que-viene-despues-de-daesh-the-irak-which-comes-after-daesh/
[2] http://rudaw.net/mobile/english/middleeast/iraq/070120173
[3]http://www.middleeasteye.net/news/baghdad-reaches-deal-turkish-forces-northern-iraq-1877889234
[4] http://rudaw.net/english/interview/06012017
[5] http://rudaw.net/english/interview/06012017
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