Somalia es un avispero, un núcleo de inestabilidad que, desde el cuerno de África, exporta radicalismo y violencia a los países colindantes. El principal vehículo de dicha inestabilidad es el grupo terrorista Al-Shabaab, que opera con libertad a lo largo y ancho del país, especialmente en el sur.
A pesar de ser un claro ejemplo de estado fallido desde la caída del dictador Siad Barre, ha habido dos intentos dentro del país para sacar adelante sistemas de gobierno mínimamente funcionales: Somalilandia, al noroeste, independiente de facto e islamista, y Puntlandia, al noreste, autónoma pero sin intención conocida de ser independiente del resto de Somalia.
Somalia no es un estado funcional, no tiene apenas recursos y ha sido uno de los mayores quebraderos de cabeza de África en cuanto a seguridad, principalmente a causa del terrorismo y la piratería. Como iniciativas independientes, tanto Somalilandia como Puntlandia buscaban ofrecer lo que el “estado” somalí no había conseguido, si bien los logros alcanzados han sido realmente escasos. A pesar de sus limitaciones, al menos han conseguido ofrecer unos mínimos de estabilidad, seguridad y organización que, a ojos de Occidente podrían resultar insignificantes, pero vistos desde el prisma del cuerno de áfrica, no han de ser ignorados.
Puntlandia se auto-estableció como región autónoma en 1998 tras los esfuerzos de los Majeerteen por preservar cierta estabilidad en la zona durante los años que siguieron a la huida de Siad Barre, en los que Somalia entera sucumbió a la anarquía. Se constituyeron estructuras democráticas y comenzó la historia de una región que ha tenido un desarrollo superior al del resto del conjunto del territorio somalí.
Puntlandia es un territorio costero árido, situado en la punta del cuerno de África, que tiene una población de aproximadamente 2.5 millones de personas (estimaciones desfasadas) y cuyas principales ciudades son Garowe y Bosasso. La estabilidad política, a pesar de las fricciones con la vecina Somalilandia, la piratería, el radicalismo islámico y el terrorismo, ha propiciado un desarrollo económico significativo, del cual el ganado es el principal producto de exportación. El presidente de la región, elegido democráticamente, es Abdiweli Mohamed Ali, ex primer ministro de Somalia, partidario de un estado federal somalí y enemigo acérrimo de Al Shabaab.
El proyecto de estado federal somalí, del cual Puntlandia es el único resquicio visible, ha corrido el riesgo de sumergirse en el caos, principalmente por las tensiones internas, la crisis económica y las disputas territoriales con Somalilandia. El último episodio de inestabilidad tuvo lugar hace escasos días, cuando un grupo de milicianos asaltó el parlamento puntlandés en Garowe[1] para reclamar el cobro de sueldos.
Dicho evento, sumado a los picos de violencia armada de las últimas semanas (asesinato de cuatro guardias[2]) y la prolongada y severa sequía[3] que azota la región, pone en riesgo el futuro de Puntlandia y, por ende, la posible solución del caos somalí, cuya cabeza de gobierno, el presidente Hassan Sheikh Mohamud[4], acaba de ser elegido para tratar de poner remedio a los múltiples problemas del país.
La seguridad y la estabilidad de Puntlandia son vitales para la recomposición de estado somalí, pero la realidad es que los últimos acontecimientos ponen de nuevo en serio riesgo un proceso de reestructuración que está cerca de cumplir los 20 años y que no muestra indicios claros de estar cerca de llegar a buen término. Las condiciones económicas son malas, como muestra el impago a los milicianos, y van a empeorar, lastradas por la sequía que azota el país, a falta de saber si la estación lluviosa (Gu, que da comienzo en Abril) permite amortiguar el desastre.
Puntlandia es un laboratorio de gobierno para el conjunto de Somalia, y Occidente haría bien en tratar de favorecer su desarrollo económico y sus condiciones de seguridad si se quiere llegar a ver alguna vez una Somalia funcional.
Somalia is a hornet’s nest, a core of instability that, from the Horn of Africa, exports radicalism and violence to neighbouring countries. The main vehicle for such instability is the terrorist group Al-Shabaab, which operates freely throughout the country, especially in the south.
Despite of being a clear example of a failed state since the fall of dictator Siad Barre, there have been two attempts within the country to start minimally functional systems of government: Somaliland, northwest, de facto independent and Islamist, and Puntland, northeast, autonomous but with not known intention to be independent of the rest of Somalia.
Somalia is not a functional state, it has scarcely any resources and has been one of Africa’s biggest headaches in terms of security, mainly because of terrorism and piracy from its coasts. As independent initiatives, both Somaliland and Puntland tried to provide what the Somali «state» had failed to achieve, but the achievements have been scarce. Despite their limitations, at least they have managed to offer a minimum of stability, security and organization that, in the eyes of the West, may be insignificant, but viewed from the prism of the horn of Africa, it must not be ignored.
Puntland established itself as an autonomous region in 1998 following the Majeerteen’s efforts to preserve some stability in the area during the years following the flight of Siad Barre, in which Somalia succumbed to anarchy. Democratic structures were established and the history of a region that had a higher development than the rest of the Somalian territory began.
Puntland is an arid coastal territory, situated at the tip of the horn of Africa, which has a population of approximately 2.5 million people (out of date estimations) and whose main cities are Garowe and Bosasso. Political stability, despite hostilities with neighboring Somaliland, piracy, Islamic radicalism and terrorism, has led to significant economic development, of which livestock is the main export. The democratically elected president of the region is Abdiweli Mohamed Ali, former Somalian prime minister, a supporter of a Somali federal state and a staunch enemy of Al Shabaab.
The Somali federal state project, of which Puntland is the only visible evidence, has been in risk of plunging into chaos, mainly because of internal tensions, economic crisis and territorial disputes with Somaliland. The latest episode of instability came just days ago, when a group of militiamen assaulted the Puntland’s parliament in Garowe to claim for payment.
This event, added to the peaks of armed violence in recent weeks (the killing of four guards) and the prolonged and severe drought that plagues the region, puts at risk the future of Puntland and, therefore, the possible solution of Somali chaos, whose head of government, president Hassan Sheikh Mohamud, has just been chosen to try to remedy the country’s problems.
The security and stability of Puntland are vital for the rebuilding of the Somalian state, but the reality is that the latest facts are putting again a serious risk over a restructuring process that is about to reach 20 years old and shows no clear signs of being near to have a good finish. Economic conditions are bad, as shown by the failure paying the militias, and are going to get worse, weighed down by the drought that plagues the country, without knowing if the rainy season (Gu, which begins in April) will allow to cushion the disaster.
Puntland is a laboratory of government for the whole Somalia, and the West would do well to try to promote its economic development and its security conditions if they ever want to see a functional Somalia.
FERNANDO LAMAS MORENO
[1] http://www.bbc.com/news/world-africa-39096892
[2] http://www.aljazeera.com/news/2017/02/gunmen-kill-guards-attack-somalia-puntland-170208094641090.html
[3] http://www.dw.com/en/somalia-puntland-region-hit-by-severe-drought/a-37730968
[4] http://www.chicagotribune.com/news/nationworld/ct-somalia-elections-20170208-story.html