La visita a Egipto del monarca absoluto saudí Salman Bin Abdulaziz ha traído consigo un paquete de acuerdos de entre los que destacan una nueva inyección económica en infraestructuras, de aproximadamente 1700 millones de dólares (más un acuerdo de financiación mediante créditos blandos para la compra de petróleo saudí por valor de 20 mil millones de dólares) y, especialmente, el anuncio de la intención de reemprender el plan de unir ambos países mediante un puente sobre el Mar Rojo.
Dentro de los acuerdos también se incluye la cesión de la gestión de la isla de Tirán al gobierno saudí, propietario de la tierra, que la tenía arrendada a Egipto desde que en 1950 se firmara un acuerdo con el gobierno de Gamal Abdel Nasser. Arabia Saudí refuerza así su política de apoyo al gobierno de Abdelfatah Al-Sisi, contrario a los hermanos musulmanes, declarados en 2014 organización terrorista por parte del reino wahabita, que los considera una amenaza para su seguridad nacional.
El puente, que unirá las localidades de Sharm El-Sheikh (Sinaí, Egipto) y Ras El-Sheikh Hamid (Tabuk, A. Saudí), medirá aproximadamente 50 km que discurrirán sobre las islas de Tirán y Sanafir, a la entrada del golfo de Aqaba, y su coste se estima de en torno a los 4 mil millones de dólares (estimación realizada durante la administración Mubarak).
Dicha obra tiene como fin reforzar las economías de ambos países: supondría una vía rápida para que los peregrinos (Hajj) musulmanes de África y los trabajadores egipcios alcanzasen Arabia Saudí, así como para aumentar el flujo turístico hacia Egipto. Arabia Saudí podría dotarse también de una nueva salida para su petróleo, por carretera hasta el Mediterráneo, ante el riesgo real de quedar “encerrada” en el caso de cerrarse el paso en los estrechos de Ormuz (controlado por Irán) y Bad El-Mandeb (en Yemen).
La realización del proyecto aumentará las tensiones con Israel, que puede ver amenazado el tránsito marítimo hacia su puerto de Eilat, en el golfo de Aqaba. Israel consideraría un acto de guerra el bloqueo del estrecho de Tirán, lo que ya motivó el casus belli que Israel esgrimió para comenzar la guerra de los seis días. Además, el puente supondría una infraestructura de gran valor estratégico militar en el caso de un nuevo conflicto armado árabe-israelí. Jordania también puede verse afectada por esta iniciativa, debido a la posible reducción del tráfico mercantil a través del puerto de Aqaba.
Así mismo, la construcción del puente provocará el desarrollo económico de las regiones circundantes, dando aliento a la debilitada industria turística de la zona, así como la probable aparición de puertos en la zona y el desarrollo de infraestructuras. Todo ello puede suponer un lucrativo negocio para las grandes empresas constructoras españolas, como Sacyr, Ferrovial, ACS, FCC o Acciona, que gozan de un trato preferente en cuanto a la asignación de contratos para obras saudíes.
The Saudi Arabia monarch, Salman Bin Abdulaziz, visited Egypt bringing with him a new political and economic agreements package, among which the most important progresses are a new economic injection in infrastructure (about 1.7 billion dollars, and a new agreement to lend 20 billion dollars to buy Saudi oil, in a soft-loan financing program) and, specially, the announcement of the intention to restart the plan of connecting both countries through a bridge over the Red Sea.
In these agreements is also included the cession of Tiran Island to the Saudi government, owner of the land, that has been leased to Egypt since 1950, when both governments signed an agreement. Doing so, Saudi Arabia is reinforcing its policy of supporting Abdelfatah Al-Sisi’s government, opposed to the “Muslim brotherhood”, a movement labeled (in 2014) by Saudi Arabia as a terrorist organization and a threat to their national security.
The bridge will connect Sharm El-Sheikh (Sinai, Egypt) and Ras El-Sheikh Hamid (Tabuk, Saudi Arabia); it will measure approximately 50km and it will go over Tiran and Sanafir islands, in the mouth of Aqaba gulf; the estimated cost will be 4 billion dollars (estimation made by Mubarak’s government).
This construction has as objective to improve both countries’ economies: I would be a fast track for African Muslim pilgrims (going to the Hajj) and for the Egyptian workers going to work in Saudi Arabia, in addition, it would be good to increase the touristic flow to Egypt. This way Saudi Arabia could also get a new way out for its oil, by road to the Mediterranean Sea, to avoid the risk of being “blocked” if the way across both straits, Bad El-Mandeb (Yemen) and Ormuz (Iran), get closed.
This project will increase the tension with Israel, which can see threatened its maritime transit to the Eilat port, in the Gulf of Aqaba. Israel would consider as a war action any blocking of the strait of Tiran, exactly as Israel did when they started the “six days war”. In addition, this bridge would be a high strategical value infrastructure in the hypothetical case of a new conflict between Israel and the Arabic world. Jordan also could see its interests affected by this initiative, due to the probable reduction of the commercial traffic through the port of Aqaba.
Likewise, the construction of the bridge will cause the economic development of the surrounding regions, giving a breath of life to the withering touristic industry of Sharm El-Sheik, as well as producing the apparition of new ports and infrastructures. All this could mean a very profitable business for the main Spanish construction companies, as Sacy, Ferrovial, ACS, FCC or Acciona, which have a first row position to get Saudi construction contracts.
FERNANDO LAMAS MORENO
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