El cambio de Presidente en Gambia ha traído consigo el surgimiento de un conflicto que, si bien podría calificarse como pre- guerra civil, presenta tintes internacionales, marcadas por las consecuencias del mismo, así como por la intervención militar extranjera en el país.
El pasado 1 de diciembre, Adama Barrow se proclamó presidente electo[1]. El nuevo presidente derrotó a Yahya Jammeh, quien había sido presidente desde hacía 22 años. Desde entonces, Barrow ha sido considerado como un héroe: no solo ha vencido a quien ha dirigido autoritariamente el país más de dos décadas, sino que se ha atrevido a enfrentarse a él en las urnas. Jammeh, que accedió al poder en 1994 tras un Golpe de Estado, para sorpresa de muchos, felicitó a su contrincante por la victoria. Esta acción fue recibida con sorpresa tanto por los gambianos como por el resto de la Comunidad Internacional, que observaba con atención cómo se desarrollaban los acontecimientos ante tal histórica derrota.
Sin embargo, el devenir político del país sufrió un importante giro cuando Jammeh se negó a abandonar su cargo. El 9 de diciembre el presidente derrotado alegó irregularidades en el recuento de votos para después expresar con firmeza que se mantendría en el cargo hasta que las elecciones se repitiesen.
La Comunidad Internacional, encabezada por la ONU y secundada por la CEDEAO, reconoció los resultados. Observadores internacionales alegaron que la jornada electoral había transcurrido con tranquilidad. El resultado era válido, y el 19 de enero se realizaría la investidura del nuevo presidente.
Tras varios días de enfrentamiento, finalmente Jammeh no ha facilitado la investidura. Ante esta situación, y con el respaldo de una resolución facilitada por el Consejo de Seguridad, una fuerza militar conjunta motivada por la CEDEAO ha intervenido el país. Esta fuerza está conformada por tropas procedentes de Nigeria, Ghana, Mali, Togo y Senegal. Y es que la situación política del país es una variable indispensable para la seguridad de la zona.
Desde que la inestabilidad de Gambia se hizo evidente, Senegal amenazó con cerrar sus fronteras, suponiendo esto un importante corte del suministro de bienes y servicios, que parten diariamente del país. Hasta la fecha, se calcula que ha habido al menos 26.000 desplazados por este conflicto en los últimos meses. Los principales países receptores de quienes huían del inminente estallido bélico son, por el momento, Senegal y Guinea Bissau.
En efecto, un conflicto armado en Gambia matiza el contexto de seguridad de una región, que si bien se mantenía estable, contaba con importantes fuerzas militares y servicios de inteligencia de la propia CEDEAO que hacían de contención del fenómeno yihadista que se extiende al este.
Un nuevo escenario inestable es el cobijo perfecto para miembros de Boko Haram que huyen de Nigeria en busca de nuevos escenarios sobre los que refortalecerse. Además, Senegal ha reforzado sus fronteras, para evitar que se acceda a Gambia mediante rutas controladas por redes de crimen organizado que transportan armamento desde Malí, otro país colapsado por los múltiples grupos terroristas surgidos a partir de una insurrección contra la política del país.
La intervención militar extranjera, además, puede causar estragos en el país. Es por esto por lo que el nuevo presidente ha pedido lealtad a las fuerzas armadas gambianas, anticipándose así a una posible respuesta militar contraria al propio Barrow. El gobierno de Jammeh ha subsistido a 4 golpes de estado oficiales. Además, Barrow no se encuentra en el país, puesto que la investidura se ha tenido que realizar en la Embajada de Gambia en Dakar. Esto no ha sido bien visto por sus conciudadanos, que han criticado al ya presidente por no mantenerse junto a los suyos ante la inminente intervención extranjera.
En este contexto, en el que el Presidente está perdiendo apoyos, y Jammeh no cuenta con el beneplácito de ningún país de la zona, Gambia está inmersa en un conflicto de carácter internacional.
The change of President in Gambia has brought with it the emergence of a conflict that, although it could be described as a pre-civil war, shows international dyes, marked by the consequences of it, as well as by foreign military intervention in the country.
On 1st December, Adama Barrow was proclaimed president-elect. The new president defeated Yahya Jammeh, who had been president for 22 years. Since then, Barrow has been considered a hero: he has not only defeated the one who has authoritarian led the country for more than two decades, but has dared to confront him at the polls. Jammeh, who came to power in 1994 after a coup, to the surprise of many, congratulated his opponent on the victory. This action was met with astonishment by both the Gambians and the rest of the International Community, who watched closely how events unfolded in the face of such a historic defeat.
However, the country’s political future underwent a major turnaround when Jammeh refused to leave his post. On December 9, the defeated president alleged irregularities in the counting of votes and then firmly stated that he would remain in office until the elections were repeated.
The International Community, led by the UN and seconded by ECOWAS, recognized the results. International observers argued that the Election Day had been quiet. The result was valid, and on January 19, the inauguration of the new president would take place.
After several days of confrontation, Jammeh finally did not facilitate the investiture. In this situation, and supported by a resolution provided by the Security Council, a joint military force motivated by ECOWAS has intervened the country. This force is made up of troops from Nigeria, Ghana, Mali, Togo and Senegal. And is that the political situation of the country is an indispensable variable for the security of the area.
Since Gambia’s instability became evident, Senegal threatened to close its borders, supposing this an important cut in the supply of goods and services, leaving the country daily. To date, it has been estimated that there have been at least 26,000 people displaced by this conflict in recent months. The main receiving countries for those fleeing the imminent war are Senegal and Guinea Bissau.
In fact, an armed conflict in the Gambia clarifies the security context of a region that, although stable, had important military forces and intelligence services of the ECOWAS itself, which contained the jihadist phenomenon that extends eastwards.
A new unstable scenario is the perfect shelter for Boko Haram members fleeing Nigeria in search of new scenarios on which to refortify themselves. In addition, Senegal has strengthened its borders to prevent access to the Gambia through routes controlled by organized crime networks transporting weapons from Mali, another country collapsed by the multiple terrorist groups that emerged from an insurrection against the country’s policy.
Foreign military intervention, moreover, can wreak havoc in the country. That is why the new president has called for loyalty to the Gambian armed forces, thus anticipating a possible military response contrary to Barrow himself. The government of Jammeh has subsisted to 4 official coups d’état. In addition, Barrow is not in the country, since the investiture has had to be done in the Embassy of Gambia in Dakar. This has not been well seen by his fellow citizens, who have criticized the president for failing to stay with his people in the face of imminent foreign intervention.
In this context, where the President is losing support, and Jammeh does not have the approval of any country in the area, Gambia is immersed in an international conflict.
PATRICIA JURADO DE LA SANTA
[1] Barrow resultó vencedor con 222.708 votes (43.34%). El segundo lugar fue para Jammeh con 208.487 (39.6%) y el tercer lugar para el candidato Mama Kandeh, con 89.768 (17.1%). Datos procedentes de BBC News
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