El anuncio por parte del presidente afgano Ashraf Ghani de que el grupo Daesh había sido prácticamente expulsado del territorio ha sido desmentido por completo tras los incidentes que se han venido produciendo últimamente en la región; además, Estados Unidos estima que hay una presencia de unos 1.000 a 3.000 combatientes del grupo terrorista en el país, engrosado por el descontento de mucha población afgana y pakistaní, sobretodo en la frontera entre ambos países.
Esta última semana se han registrado enfrentamientos en la parte este del país a medida que el grupo terrorista trata de lograr influencia en una Afganistán debilitada por la desestabilización interna para contrarrestar el territorio que pierde en Siria e Irak. El 26 de junio varios militantes que juraron lealtad al Daesh se enfrentaron a las fuerzas de seguridad del país en la provincia de Nangarhar, en Kot, donde fallecieron unos 12, entre policías y civiles, y 36 combatientes. Si Daesh consigue fortalecerse en esa provincia, su siguiente objetivo podría ser Kunar, en un intento de controlar la frontera entre Afganistán y Pakistán. No obstante, la lucha talibán no se lo está poniendo nada fácil, considerando que este último es un movimiento líder en la región que cuenta con mayor legitimidad entre la población que el Daesh.
Por otro lado, a pesar del cambio de liderazgo en el grupo talibán tras la muerte de Mohamed Mansur, siguen siendo una amenaza constante y letal y sus pronunciamientos durante las últimas semanas parecen no querer dejar de repetirlo. El 21 de este mes, sucedió un ataque en Kabul en la calle principal de Jalalabad contra un autobús que dejó 23 muertos, la mayoría soldados nepalíes y cuatro empleados de la embajada de Canadá; tres horas más tarde, otro ataque golpeó Kabul y acabó con la vida del legislador Ataullah Faizani, acontecimiento que también registró una lucha de autoría por parte de los talibanes y Daesh -Wilayat Jurasan-. Y un tercer atentado en el mismo día en la provincia de Badakshan.
No obstante, Estados Unidos incidió con sus bombardeos sobre posiciones talibanas, únicamente aumentando sus ataques contra el grupo para apoyar a las fuerzas de seguridad del país, aunque se iba a reducir su presencia en la región para el final del mandato de Obama, lo que podría suponer un aliciente de mayor actividad para los grupos terroristas, un nuevo agujero, refugio de grupos extremistas que huyen de la sobreactividad militar en los países vecinos.
Los cambios regionales también están afectando a las relaciones entre los vecinos Afganistán y Pakistán, que en la última semana han concertado un acuerdo de seguridad en relación a la frontera, objetivo primordial de los grupos terroristas. Pakistán ha hablado de establecer puertas y controles en cada uno de los pasos fronterizos, después de haber creado ya uno en Torkham. Al país le preocupa la creciente presencia e influencia terrorista en su país, sobretodo en los campos de refugiados afganos, y tras la mayor desestabilización en la frontera con Afganistán. El asunto del control fronterizo supone un tema de diálogo, pero también de conflicto entre ambos países; el llegar a un acuerdo de colaboración para frenar y controlar la expansión del terrorismo sería un paso adelante en la lucha contra los movimientos radicales que desestabilizan la región.
The announcement by the Afghan President Ashraf Ghani that Daesh had been expelled from the territory has been completely disproved after the incidents that have been occurring lately in the region; the US also believes that there is a high presence of the terrorist in the country (1,000 to 3,000 fighters), thickened by the discontent of many Afghan and Pakistani population, especially in the border between the two countries.
This past week there have been clashes in the eastern part of the country as the terrorist group tries to gain influence in Afghanistan, weakened by internal destabilization and due to the lost in the territories of Syria and Iraq. On June 26, several militants that swear allegiance to Daesh clashed with security forces in the province of Nangarhar, in Kot, where about 12 died, including police and civilians and 36 combatants. If Daesh gets strengthened in the province, its next target could be Kunar, in an attempt to control the border between Afghanistan and Pakistan. However, the Taliban fight is putting harder that intention, considering that is a leading movement in the region with greater legitimacy among the population than the Daesh.
On the other hand, despite the change of leadership in the Taliban group after the death of Mohamed Mansur, they remain as a constant and deadly threat and their pronouncements in the recent weeks seem to repeat that. On Jun 21 happened an attack in Kabul on the main street of Jalalabad against a bus that left 23 dead, most Nepalese soldiers and four employees of the Canadian Embassy; three hours later, another attack hit Kabul and killed the legislator Faizani Ataullah, events that also saw a fight of authorship by the Taliban and Daesh -Wilayat Jurasan-. And a third assault on the same day hit the province of Badakshan.
However, the United States impact with its bombing on Taliban positions, only increasing their attacks on the group to support the security forces of the country, although it would reduce its presence in the region by the end of Obama’s term, which it could be an incentive for increased activity of terrorist groups in search for a new hole due to the overactivity in the neighboring countries.
The regional changes are also affecting the relations between the neighbors Afghanistan and Pakistan, which in the last week have concluded a security agreement relating to the border, primary objective of the terrorist groups. Pakistan wants to establish gates and controls at each border crossing, having already created one in Torkham. The country is concerned about the growing presence of terrorist influence in the country, especially in the Afghan refugee camps, and after further destabilization on the border with Afghanistan. The issue of border control is a subject of dialogue, but also of conflict between the two countries; getting to a collaboration agreement to curb and control the spread of terrorism would be a step forward in the fight against radical movements that destabilize the region.
MARTA GARCÍA OUTÓN
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