OTAN: ESCENARIOS DE DESAFÍO Y OPORTUNIDAD
Antes
Doce países fueron los fundadores, hace 70 años (en 1949), de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, en un contexto de postguerra mundial y ante un escenario de guerra fría con la superpotencia emergente de la URSS, a la que se avistó como nueva amenaza internacional y a la que había que contener a tiempo para evitar un nuevo desastre armamentístico mundial como el enfrentado con Alemania con el fin de expandir un contexto de estabilidad y paz, resumen de las conclusiones expuestas por las principales naciones afectadas por la guerra mundial: estado de derecho, paz, democracia y libertad.
Francia, con Robert Schumann, fue el país fundador de la OTAN y de Europa, por lo que ambas ideas y proyectos comparten mismos valores fundacionales y visión estratégica que fomentaron la unidad de Europa y la seguridad de su flanco este con la caída del muro de Berlín.
Ahora
Aún 70 años después, el crecimiento de la OTAN sigue versando en su sentido fundacional: “fuerza para la paz”, para la defensa de la seguridad y la contención de amenazas a través de la respuesta colaborativa y colectiva de sus miembros ante desafíos comunes con un sentido de “uno para todos y todos para uno”, con visión preventiva y anticipativa ante futuros escenarios cada vez más complejos e interconectados que exigen de una mayor coordinación y coherencia común que garanticen la estabilidad y la prosperidad de sus miembros.
Actualmente la OTAN se encuentra en una situación de revisión de situación con el también 5 aniversario de la anexión de Crimea por parte de Rusia, que refleja una expansiva influencia y agresión territorial en la frontera con los países aliados, pero que se está trasladando a otros escenarios más allá de la común frontera del este europea, encontrándose nuevos enfrentamientos de influencia y fuerza en áreas como Oriente Medio (Siria, Turquía o Irak), África (Magreb y el área subsahariana), e incluso América Latina (con la crisis político-social en Venezuela).
La tecnología y la información siguen siendo las principales herramientas de influencia determinantes para el condicionamiento de los escenarios más operativo-tácticos, al haber sociedades cada vez menos permisivas con la acción militar, y con ello están demostrando ser principal elemento desestabilizador de los miembros de la OTAN y de Europa, ya que se encuentran fragmentados y vulnerables, dependientes del estado de derecho y de la democracia, como para ser capaces de responder con contundencia y hostilidad ante sus desafíos más internos al estar avanzando además en un camino de fragilidad político-económica y en cuestionamiento de su dirección estratégica.
Por otro lado, existe una presión mayor por parte del principal asegurador de la defensa nacional de los estados miembros de la OTAN (Estados Unidos) obligando a sus aliados a aumentar su compromiso en el desarrollo de sus capacidades como fuerza independiente y competente ante las necesidades y desafíos presentes y futuros. La política exigente y crecientemente autónoma de Estados Unidos con la administración Trump está suponiendo un desafío para el resto de los estados miembros de la OTAN en su compromiso para el mantenimiento económico y de la fuerza de la organización, así como en el planteamiento de su posición e involucración en aquellos escenarios en crisis y conflicto de los que Estados Unidos quiere dejar de ser el mayor garante de su estabilidad e inversión económica (ya que asume los principales gastos, compromisos y efectos).
A comienzos de este año 2019, la OTAN también tomó la determinación de aceptar como nuevo miembro al renombrado norte de Macedonia ante el escenario de desafío de esa área y con el fin de conseguir una mejora en la política de coordinación y de apoyo en el desarrollo de la seguridad y la estabilidad de la región y del flanco del Mediterráneo frente a la inmigración irregular, la crisis económica, el crimen organizado, la desestabilización de los estados, el terrorismo y los conflictos abiertos en el flanco sur-oriental, principal área de ruta de comercio para Europa y de interconexión de influencias orientales y occidentales e intereses estratégicos en conflicto. Por ello que también Montenegro, procedente de la descomposición de la antigua Yugoeslavia, con una población de más de 600.000 habitantes y con poco menos de 10 años de vida como república independiente, se va a convertir en el vigésimo noveno estado de la OTAN, además del acercamiento de la Alianza a Bosnia Herzegovina, Albania, Croacia y Kosovo en esa área de las Balcanes, la cual está incrementando la tensión de influencias con Rusia por el movimiento estratégico de las antiguas repúblicas soviéticas. Además, el foco en el Ártico y los Países Bálticos sigue siendo prioritario ante los desafíos y oportunidades que presenta esa región, en proceso de exploración e influencia geoestratégica y económica que ha permitido descubrir el cambio climático.
OTAN – Misiones y operaciones[1]
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- OPERACIÓN SEA GUARDIAN (MEDITERRÁNEO): Actualmente, la operación brinda apoyo a la concienciación de la situación marítima y al antiterrorismo en el mar, y contribuye al fomento de la capacidad de seguridad marítima en el Mar Mediterráneo. Sea Guardian ha asistido a la Operación Sofía de la Unión Europea, la operación de contrabando de migrantes de la UE en el Mar Mediterráneo, con conciencia de la situación y apoyo logístico.
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- MAR EGEO: La OTAN está patrullando el mar Egeo para ayudar a prevenir el tráfico ilegal de personas y la migración ilegal, y ha acordado intensificar la inteligencia, la vigilancia y el reconocimiento en la frontera turco-siria.
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- VIGILANCIA AÉREA: El objetivo es proteger la integridad del espacio aéreo de los miembros de la Alianza, lo que significa la detección rápida y el seguimiento de cualquier aeronave no identificada que vuela dentro y cerca del espacio aéreo de la OTAN.
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- FUERZA DE KOSOVO: desde 1999, apoyando los esfuerzos internacionales para construir la paz y la estabilidad en Kosovo.
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- BOSNIA Y HERZEGOVINA: Bosnia y Herzegovina llevó a la transferencia de autoridad de la SFOR a una fuerza liderada por la Unión Europea (EUFOR) en 2004. La OTAN mantiene una sede militar en Sarajevo, que apoya las reformas de defensa en el país. Bosnia y Herzegovina es ahora un socio de la OTAN y aspira a unirse a la Alianza.
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- TURQUÍA: En diciembre de 2012, la OTAN acordó aumentar las capacidades de defensa aérea de Turquía para proteger a la población y el territorio del país contra las amenazas de misiles balísticos de la crisis siria.
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- IRAQ: La OTAN tiene una nueva misión de entrenamiento en Irak, lanzada en 2018 a solicitud del Gobierno iraquí. Esta es una misión no de combate, basada en los esfuerzos actuales de la OTAN para capacitar a instructores iraquíes.
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- APOYO A LA UNIÓN AFRICANA: La OTAN ha brindado apoyo a la Unión Africana (UA) desde 2005. La primera misión fue ayudar a la UA en la intervención de mantenimiento de la paz en Darfur entre 2005 y 2007. Actualmente, la Alianza apoya a la UA en Somalia.
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- MISIÓN RESOLUTE SUPPORT (AFGANISTÁN): La OTAN está liderando la Misión de Apoyo Resuelta (RSM) para ayudar a las fuerzas e instituciones de seguridad nacional afganas a continuar desarrollando las habilidades y estructuras necesarias que les permitirán mantener la seguridad en el país. RSM lo hace a través de la capacitación, el asesoramiento y la asistencia.
- PREPARACIÓN DE FUERZA EN ISLANDIA: La Alianza ejecuta despliegues periódicos en tiempos de paz de aviones de combate aliados, generalmente durante aproximadamente un mes a la vez, tres veces al año. Los pilotos vuelan misiones de entrenamiento en un entorno particularmente desafiante, lo que permite al personal islandés y a otros miembros de la OTAN probar su reacción.
OTAN – EUROPA Y EL FACTOR NORTEAMERICANO
Misma base, pero diferente compromiso
La política de Donald Trump, exigente con el compromiso de sus aliados para con la OTAN, al ver la diferente proporción de donación y de responsabilidad de sus miembros, ha sido determinante para despertar la necesidad del replanteamiento estratégico de sus aliados y, en su conjunto, de la Unión Europea. La repentina posición norteamericana de extremar el valor de la presencia de sus fuerzas militares sobre el terreno en defensa de sus aliados, haciendo costear su tiempo y capacidades a la nación necesitada (llegando a pedir más del 50% del coste por hospedarlos)[1], ha sido una estrategia para obligar a sus aliados a valorar su propia responsabilidad, a responder con fuerza y eficacia de forma conjunta ante los desafíos comunes y a olvidarse así del paraguas protector norteamericano mientras se benefician de la pertenencia a la Organización del Tratado del Atlántico Norte.
Con esto, se despierta la necesidad de la responsabilidad de los estados, que tras la Segunda Guerra Mundial los más afectados se han escudado en el poder y capacidad norteamericana de asumir la protección territorial de sus aliados mientras estos se recuperaban de un periodo de crisis económica y desestabilización. No obstante, en vistas a la comodidad tras la superación de ese periodo y a la falta de conciencia de los estados de asumir la responsabilidad de proteger a sus ciudadanos y su propia seguridad, Estados Unidos da un toque de atención para el despertar de las naciones advirtiendo que, aunque la guerra mundial y el choque directo armamentístico acabó, los desafíos y amenazas que hay y que vienen siguen siendo igual de exigentes y requieren de la misma responsabilidad y madurez de todos los afectados, alejándose del estado de bienestar y de la olvidada concienciación de lo que supone abordar una política de seguridad y de defensa nacional madura.
¿Mismas necesidades, desafíos y objetivos?
Aun así, sus aliados más dependientes en su apoyo en seguridad y defensa (como Alemania, Corea del Sur y Japón) ya han declarado su incapacidad de llegar al gasto de un 2% del PIB en defensa para el escenario 2024 y esto ha incrementado la brecha entre Estados Unidos y sus aliados abriendo el debate de si comparten las mismas necesidades estratégicas y su percepción de seguridad (asuntos especialmente resaltados por Alemania)[2], ya que han sido los más perjudicados por la política aislacionista de Trump y por su guerra comercial con China, Rusia e Irán (ante su dependencia energética y la necesidad de apertura económica internacional). Otro ejemplo es el que se puede ver en Turquía, que ante la situación de conflicto regional y su ambiciosa política exterior, la nación turca ha aprovechado la oportunidad para incrementar su influencia mirando hacia acuerdos económicos y de seguridad que favorezcan a sus intereses y necesidades (acercando su postura hacia Rusia, ante su creciente papel dominante en la región con el abandono de posiciones norteamericanas y por la posición de Estados Unidos contraria a los intereses más directos de la nación turca: la amenaza kurda, una frontera territorial segura y su hegemonía regional con una política nacionalista dura para su estabilidad nacional).
Con esto, Estados Unidos está obligando a sus aliados a elegir un bloque y a un posicionamiento de alianza abandonando la interdependencia incoherente de sus aliados (en asuntos de defensa y seguridad, los estados aliados de la OTAN siguen fieles a Estados Unidos y a la carta fundacional de la Organización, pero en economía y en relación comercial y en otros asuntos de política exterior, algunos miran hacia otros estados, algunos en competencia directa con Estados Unidos o incluso en choque de valores políticos comunes nacionales y exteriores, como Rusia e Irán) al mantener una fuerte dependencia con ellos –ya sea por su vecindad o por oportunidad política y comercial.
Con ello, la administración Trump se arriesga a una falta de respuesta de sus aliados y, con ello, a asumir un coste extra en el cierre de sus bases y en el abandono de su presencia militar fuera de sus fronteras (que ha sido garante de su influencia internacional), vacío que además peligra con dejar abierto para su competencia más directa a nivel mundial: Rusia y China, pudiendo provocar un cambio en el balance de poder, aunque un posible despertar de la fuerza y de las capacidades de seguridad y de defensa nacional de sus aliados.
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- COSTE PARA ESTADOS UNIDOS EN EL MANTENIMIENTO DEL DESPLIEGUE EXTERIOR: El Pentágono calculó el costo de la presencia en el extranjero en 2019 en alrededor de $21 mil millones, incluidos los pagos militares, el gasto en operaciones y las construcciones militares. De ese total, $15 mil millones provienen de bases estadounidenses en Alemania, Japón y Corea del Sur.
- COSTE PARA ESTADOS UNIDOS DEL CIERRE DEL DESPLIEGUE EXTERIOR: Acabar con su posicionamiento de seguridad y de defensa en Europa o en el este de Asia costaría a los Estados Unidos miles de millones por adelantado y podría costar fácilmente más de $10 mil millones en los primeros años, además del costo de readaptación a la nueva política, el reajuste de salarios, movimiento de equipos y respuesta a necesidades en el corto, medio y largo plazo. Con ello, RAND estimó que el cierre de las bases, la emisión de paquetes de separación de trabajadores y la rescisión de contratos y arrendamientos existentes por una parte de la infraestructura de los Estados Unidos en Europa costaría unos $410 millones[3].
IDENTIDAD Y DIRECCIÓN ESTRATÉGICA 70 AÑOS DESPUÉS
La situación de tensión despertada por Estados Unidos con sus aliados, en lo relativo a compromiso e involucración en el gasto militar o con el cuestionamiento de la existencia de la OTAN, pone sobre la mesa el debate sobre la estrategia común entre los miembros de la Alianza y su identidad.
- DIRECCIÓN ESTRATÉGICA:
Como se ha señalado antes, uno de los principales factores que afectan a la estabilidad de los miembros de la OTAN y de la Unión Europea es el escenario cibernético y de la desinformación, ya que en sociedades abiertamente democráticas la opinión pública (en base a la percepción y la información recibida) y la seguridad en las infraestructuras críticas y en los canales privados de información e inteligencia, son determinantes para la dirección de las estrategias y la toma de decisiones.
El impacto e influencia de las acciones sobre el terreno y de la llegada de información es inmediata, por lo que amplifica la percepción de inseguridad e incertidumbre ante la necesidad de procesar a tiempo los efectos e intenciones para la mejor toma de decisiones, por lo que los principales dañados en este escenario de combate asimétrico e híbrido son la democracia y la población civil, lo que ha obligado a replantear la forma en como la OTAN y la Unión Europea (así como las naciones en su conjunto) se presentan ante la sociedad, interaccionan con ella y se dirigen de forma conjunta hacia un futuro común deseado.
Por otro lado, con la idea fundacional de la OTAN anteriormente presentada (“uno para todos y todos para uno” como “fuerza para la paz”), se advierte la necesidad de resaltar el sentido de existencia y de pertenencia de los miembros de la Alianza.
La política estadounidense de “America First”, ampliada y presionada por la actual administración Trump, ha incomodado a los miembros de la Alianza entendiendo que la causa del nacimiento y existencia de la Organización versa sobre las necesidades e intereses comunes, y no en la doblegación a las necesidades e intereses en favor de sólo uno de sus miembros, aunque éste sea el que más contribuya en el gasto militar y en su fuerza.
La exigencia y presión que ejerce la situación de inestabilidad actual (político-social y económica) a nivel mundial ha puesto en crisis y bajo debate la capacidad de respuesta de sus miembros en base a sus capacidades y percepción de necesidad; Estados Unidos urge a sus aliados a que vuelquen sus esfuerzos de seguridad y de defensa para frenar la influencia y expansión de Rusia, China e Irán y las acciones cibernéticas, mientras que los miembros de la Unión Europea se preocupan más de la desestabilización que está ejerciendo a nivel interno el crecimiento de los nacionalismos y los extremismos, las fracturas político-sociales, así como los flujos de inmigración ilegal, la caída de precios del petróleo y del gas y la estabilidad en la frontera sur con África (con la mirada puesta en el Magreb y el Sahel)[1], escenario que en cambio Estados Unidos ha preferido no involucrarse demasiado para centrar sus esfuerzos en el Pacífico, en el este de Europa y en Asia. Esta situación de diferenciación de necesidades e intereses en las áreas de seguridad es lo que ha despertado en la Unión Europea la necesidad de crear un ejército común europeo, algo que ha criticado Estados Unidos y Gran Bretaña por lo que podría suponer de impacto a la capacitación de la OTAN con la división de esfuerzos y prioridades.
El debate está, por tanto, en la necesidad de aunar de nuevo la dirección estratégica de los aliados priorizando las áreas de interés y de necesidad del conjunto, teniendo en cuenta los desafíos y oportunidades que exigen las situaciones de desestabilidad en sus fronteras más cercanas y lejanas y compensar con una respuesta conjunta que vaya más allá del aspecto de capacitación de la fuerza militar de la OTAN para comprender la dotación de capacidades de sus miembros en sus diferentes formas y requerimientos.
OBJETIVOS Y NECESIDADES ESTRATÉGICAS DE DEFENSA EUROPEA Y OTAN:
- IDENTIDAD:
UNA ALIANZA DE MIEMBROS UNIDOS POR LA DEFENSA DE LA PAZ Y DE LA DEMOCRACIA, POR VALORES COMUNES COMPARTIDOS Y NECESIDADES ESTRATÉGICAS
La OTAN se enfrenta hoy en día a una necesidad de acercamiento comunicativo con las sociedades de sus países miembros, afectados muchos de ellos por una crisis de identidad y de estabilidad político-social ante los desafíos democráticos e informativos de la actualidad, afectados por la lucha de influencias y de narrativas favorables a la unidad europea, nacional o de la comunidad internacional frente a las narrativas que se posicionan a favor del nacionalismo y de las políticas aislacionistas y no militaristas, aquellas a favor de la OTAN o las que se quedan con una mirada más favorable hacia la política exterior rusa por sus factores de necesidad y de oportunidad…
Con esto, la Organización del Atlántico Norte pretende demostrar una identidad más acorde a la defensa de la democracia y de la estabilidad frente al carácter militarista que la sociedad únicamente destaca de la misma (que la señala como actitud agresora y contraria a los intereses de sus miembros). La socióloga y politóloga Madeleine Albright lo señaló en Praga de la siguiente forma el día del 20 aniversario de la incorporación de la República Checa, Polonia y Hungría a la Organización: “La OTAN no es solo una alianza militar; es una alianza política basada en valores democráticos. Hablamos de la necesidad de gastar un 2% en defensa, pero tenemos que estar al 100% en democracia”[1].
De esta forma, la mirada hacia el desafío estratégico de la OTAN y de su identidad expuesta ante las sociedades de sus estados miembros es y debe ser más político-social que militar (a pesar de que el factor determinante para la protección de los estados y de sus valores democráticos y de libertad es invertir en su seguridad y defensa). Con ello, la involucración, responsabilidad y compromiso de los estados miembros debe ser acorde a sus capacidades y no limitarse exclusivamente al factor militar, compensando de esta forma las capacidades aportadas por unos (por ejemplo, a nivel de fuerza militar o de investigación e innovación) con las capacidades que pueda cubrir otros de sus miembros (como por ejemplo, en apoyo económico e inversión en desarrollo, comunicación estratégica o liderazgo regional)[2]. Los estados miembros no pueden exigirse en un horizonte de corto-medio plazo el alcanzar y dotar las mismas capacidades y posibilidades de gasto militar a la Alianza, pero sí comprometerse en aportar en otras necesidades y capacidades necesarias para el fortalecimiento y asentamiento de la Organización frente a desafíos estratégicos comunes que podrá ayudar a afianzar, de cara a las sociedades, una narrativa más adecuada, coherente y completa de acuerdo con la identidad fundacional de la OTAN, no sólo de carácter de seguridad y defensa, sino también de democracia y estabilidad social.
La construcción de una narrativa común (identidad oficial y guía de la estrategia de cualquier actor estatal o no estatal) se hace fundamental para reestablecer las necesidades y objetivos comunes de la OTAN para involucrar a sus estados miembros y para hacer partícipe de su necesidad de existencia y de capacitación a las sociedades partícipes de ella. Para ello, se ha de partir de la construcción de una narrativa nacional propia (de cada uno de los estados miembros) que exponga de forma abierta, clara y participativa las necesidades y objetivos de una sociedad en su visión estratégica futura. En 1986, el historiador de Stanford Carl Degler, ganador del Premio Pulitzer, declaró así: «Podemos escribir una historia que implícitamente niegue o ignore a la nación-estado, pero sería una historia que estallaría frente a lo que las personas viven en una nación-estado, requieren y demandan»[3].
En este sentido, la redefinición de las estrategias va de la mano con el sentido de identidad de las naciones y de las sociedades partícipes de ellas, en su relación con el contexto global, para responder a unas necesidades y objetivos coherentes en su conjunto. No significa despertar el nacionalismo («La gran mayoría de los movimientos nacionalistas del mundo no tienen un programa político que vaya más allá del deseo negativo de independencia de algún otro grupo o pueblo, y no ofrecen nada como una agenda integral para la organización socioeconómica», expone Fukuyama), sino la escritura de una coherencia narrativa entre el pasado, presente y futuro de una sociedad que avanza hacia un camino común.
CONCLUSIONES DEL ANÁLISIS ESTRUCTURAL DE VARIABLES: DIRECCIÓN ESTRATÉGICA DE LA OTAN-UNIÓN EUROPEA
Como advertimos en el análisis estructural de las variables principales del escenario estratégico OTAN-Europa, se presenta un escenario completamente inestable con unas variables predominantemente conflictivas donde se hace determinante para influir en la dirección estratégica de la OTAN la influencia y expansión de China y Rusia y su política agresiva en el ámbito de la defensa y de la economía, siendo además determinante y destacablemente influyente la política aislacionista de Estados Unidos con el America First y su presión por priorizar los intereses y necesidades estratégicas de la OTAN en favor de los de la administración Trump y la nación norteamericana, con especial foco por mantener el bloqueo político-económico a sus principales rivales como potencia mundial: China y Rusia.
En este sentido, el desarrollo de una Comunicación Estratégica Nacional para la Defensa común se convierte en el instrumento más favorable para ayudar a la cooperación, colaboración y coordinación de acuerdo a intereses comunes y para fomentar el desarrollo de las capacidades de Seguridad y de Defensa europeas que tanto preocupan a Estados Unidos, respuesta oportuna que se hace necesaria y exigente ante la situación desafiante cada vez mayor para los estados democráticos (con la crisis económica, la inmigración ilegal, los extremismos y nacionalismos y las operaciones cibernéticas y de influencia) y para la estabilidad de las áreas cercanas a sus fronteras (flanco sur y oriental).
De esto dependerá que se consiga la concienciación de los estados miembros para la necesidad de incrementar el gasto en seguridad y en defensa que exige la administración Trump, favoreciendo con la elaboración de una comunicación estratégica nacional y común y mediante el establecimiento de acuerdos de dirección y aporte de capacitación para la OTAN, que además favorecerá en la protección de la influencia norteamericana frente al posicionamiento de Rusia, China e Irán, en cuestionamiento por la ruptura de acuerdo y entendimiento estratégico con sus aliados ante la compleja coyuntura de necesidad y desafío de cada uno de ellos.
MARTA Gª OUTÓN
BEFORE
Twelve countries were the founders, 70 years ago (in 1949), of the North Atlantic Treaty Organization, in a context of post-war and before a cold-war scenario with the emerging superpower of the USSR, which was sighted as a new international threat that had to be contained in time to avoid a new global weapons disaster like the one faced with Germany in order to expand a context of stability and peace, summary of the conclusions presented by the main nations affected by the world war: rule of law, peace, democracy and freedom.
France, with Robert Schumann, was the founding country of NATO and Europe, so both ideas and projects share the same foundational values and strategic vision that fostered the unity of Europe and the security of its eastern flank with the fall of the Wall of Berlin
NOW
Even 70 years later, NATO’s growth continues to be in its foundational sense: «strength for peace», for the defense of security and the containment of threats through the collaborative and collective response of its members to common challenges with a sense of «one for all and all for one», with a preventive and anticipatory vision in the face of future increasingly complex and interconnected scenarios that require greater coordination and common coherence to guarantee the stability and prosperity of its members.
Currently NATO is in a situation of revision of situation with the also 5 anniversary of the annexation of Crimea by Russia, which reflects an expansive influence and territorial aggression on the border with the allied countries, but that is being transferred to others scenarios beyond the common border of the Eastern Europe, encountering new clashes of influence and strength in areas such as the Middle East (Syria, Turkey or Iraq), Africa (Maghreb and the sub-Saharan area), and even Latin America (with the political crisis- social in Venezuela).
Technology and information continue to be the main influencing tools for the conditioning of the most operative-tactical scenarios, as there are societies that are less and less permissive with military action, and with this they are proving to be the main destabilizing element of the members of the NATO and Europe, since they are fragmented and vulnerable, dependent on the rule of law and democracy, to be able to respond with force and hostility to their most internal challenges as they are also advancing along a path of political-economic fragility and in question of its strategic direction.
On the other hand, there is greater pressure on the part of the main insurer of the national defense of the NATO member states (United States) forcing its allies to increase their commitment in the development of their capabilities as an independent and competent force before the needs and present and future challenges. The demanding and increasingly autonomous policy of the United States with the Trump administration is posing a challenge for the rest of the member states of NATO in its commitment to the economic maintenance and the strength of the organization, as well as in the approach of its position and involvement in those crisis and conflict scenarios from which the United States wants to stop being the greatest guarantor of its stability and economic investment (since it assumes the main expenses, commitments and effects).
At the beginning of this year 2019, NATO was also determined to accept as a new member the renowned north of Macedonia in the challenging scenario of that area and in order to achieve an improvement in the policy of coordination and development support. of the security and stability of the region and the flank of the Mediterranean in the face of irregular immigration, the economic crisis, organized crime, the destabilization of states, terrorism and open conflicts on the south-eastern flank, the main area of trade route for Europe and interconnection of Eastern and Western influences and strategic interests in conflict. That is why Montenegro, coming from the decomposition of the old Yugoslavia, with a population of more than 600,000 inhabitants and with just under 10 years of life as an independent republic, is going to become the twenty-ninth state of NATO. of the rapprochement of the Alliance to Bosnia and Herzegovina, Albania, Croatia and Kosovo in that area of the Balkans, which is increasing the tension of influence with Russia by the strategic movement of the former Soviet republics. In addition, the focus on the Arctic and the Baltic States continues to be a priority in the face of the challenges and opportunities presented by that region, in the process of exploration and geostrategic and economic influence that has allowed the discovery of climate change.
NATO – Missions and operations:
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- OPERATION SEA GUARDIAN (MEDITERRANEAN): Currently, the operation provides support to raise awareness of the maritime situation and counter-terrorism at sea, and contributes to the promotion of maritime security capacity in the Mediterranean Sea. Sea Guardian has attended the Operation Sofia of the European Union, the smuggling operation of EU migrants in the Mediterranean Sea, with awareness of the situation and logistical support.
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- SEA AEGEAN: NATO is patrolling the Aegean Sea to help prevent the illegal trafficking of people and illegal migration, and has agreed to intensify intelligence, surveillance and recognition on the Turkish-Syrian border.
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- AERIAL SURVEILLANCE: The objective is to protect the integrity of the airspace of the members of the Alliance, which means the rapid detection and follow-up of any unidentified aircraft flying within and close to NATO airspace.
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- KOSOVO FORCE: since 1999, supporting international efforts to build peace and stability in Kosovo.
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- BOSNIA AND HERZEGOVINA: Bosnia and Herzegovina led to the transfer of authority from SFOR to a force led by the European Union (EUFOR) in 2004. NATO maintains a military headquarters in Sarajevo, which supports defense reforms in the country. Bosnia and Herzegovina is now a NATO partner and aspires to join the Alliance.
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- TURKEY: In December 2012, NATO agreed to increase Turkey’s air defense capabilities to protect the country’s population and territory against ballistic missile threats from the Syrian crisis.
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- IRAQ: NATO has a new training mission in Iraq, launched in 2018 at the request of the Iraqi Government. This is a non-combat mission, based on current NATO efforts to train Iraqi instructors.
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- SUPPORT FOR THE AFRICAN UNION: NATO has provided support to the African Union (AU) since 2005. The first mission was to assist the AU in the peacekeeping intervention in Darfur between 2005 and 2007. Currently, the Alliance supports the AU in Somalia.
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- MISSION RESOLUTE SUPPORT (AFGHANISTAN): NATO is leading the Mission of Resolved Support (RSM) to help Afghan national security forces and institutions to continue developing the necessary skills and structures that will allow them to maintain security in the country. RSM does this through training, advice and assistance.
- FORCE PREPARATION IN ICELAND: The Alliance executes periodic peacetime deployments of allied combat aircraft, usually for approximately one month at a time, three times a year. Pilots fly training missions in a particularly challenging environment, allowing Icelandic personnel and other NATO members to test their reaction.
Same basis, but different commitment
The policy of Donald Trump, demanding the commitment of its allies to NATO, to see the different proportion of donation and responsibility of its members, has been crucial to arouse the need for strategic rethinking of its allies and, as a whole , of the European Union. The sudden American position to maximize the value of the presence of its military forces on the ground in defense of its allies, making it cost their time and capabilities to the nation in need (reaching to ask for more than 50% of the cost to host them) [1] , has been a strategy to force its allies to value their own responsibility, to respond forcefully and effectively together in the face of common challenges and to forget the North American protective umbrella while benefiting from membership of the North Atlantic Treaty Organization. .
With this, the need for responsibility of the states is aroused, that after the Second World War the most affected have shielded themselves in the North American power and capacity to assume the territorial protection of their allies while they were recovering from a period of economic crisis and destabilization. However, in view of the comfort after overcoming this period and the lack of awareness of the states to assume the responsibility to protect their citizens and their own security, the United States gives a warning to the awakening of the nations warning that, although the world war and the direct arms clash ended, the challenges and threats that come and go remain equally demanding and require the same responsibility and maturity of all those affected, moving away from the welfare state and the forgotten awareness what it means to address a mature national security and defense policy.
Same needs, challenges and objectives?
Even so, its most dependent allies in support of security and defense (such as Germany, South Korea and Japan) have already declared their inability to reach the cost of 2% of GDP in defense for scenario 2024 and this has increased the gap between the United States and its allies opening the debate on whether they share the same strategic needs and their perception of security (matters especially highlighted by Germany) [2], since they have been the most affected by Trump’s isolationist policy and its war commercial with China, Russia and Iran (before its energy dependence and the need for international economic opening). Another example is the one that can be seen in Turkey, that in the face of the regional conflict situation and its ambitious foreign policy, the Turkish nation has seized the opportunity to increase its influence by looking towards economic and security agreements that favor its interests and needs ( approaching its position towards Russia, facing its growing dominant role in the region with the abandonment of North American positions and the position of the United States contrary to the most direct interests of the Turkish nation: the Kurdish threat, a secure territorial border and its regional hegemony with a hard nationalist policy for its national stability).
With this, the United States is forcing its allies to choose a bloc and an alliance position, abandoning the incoherent interdependence of its allies (in matters of defense and security, the allied states of NATO remain loyal to the United States and the founding charter of the Organization, but in economics and in commercial relations and in other foreign policy matters, some look towards other states, some in direct competition with the United States or even in clash of common national and foreign political values, such as Russia and Iran) by maintaining a strong dependence on them – be it for their neighborhood or for political and commercial opportunity.
With this, the Trump administration risks a lack of response from its allies and, with it, to assume an extra cost in the closure of its bases and in the abandonment of its military presence outside its borders (which has been the guarantor of its international influence), a void that is also in danger of leaving open for its most direct competition worldwide: Russia and China, which may cause a change in the balance of power, although a possible awakening of strength and security and National defense of its allies.
The situation of tension aroused by the United States with its allies, regarding commitment and involvement in military spending or questioning the existence of NATO, brings to the table the debate on the common strategy among the members of the Alliance and his identity.
STRATEGIC DIRECTION:
As indicated above, one of the main factors that affect the stability of NATO and European Union members is the cybernetic scenario and disinformation, since in openly democratic societies public opinion (based on the perception and information received) and security in critical infrastructures and in private information and intelligence channels, are decisive for the direction of strategies and decision making.
The impact and influence of the actions on the ground and the arrival of information is immediate, which amplifies the perception of insecurity and uncertainty in the face of the need to process the effects and intentions in time for the best decision making, so that the main damaged in this scenario of asymmetric and hybrid combat are democracy and the civilian population, which has forced to rethink the way in which NATO and the European Union (as well as the nations as a whole) appear before society, they interact with it and go together towards a desired common future.
On the other hand, with the founding idea of NATO previously presented («one for all and all for one» as «force for peace»), the need to highlight the sense of existence and belonging of the members of the Alliance.
The American policy of «America First», extended and pressured by the current Trump administration, has bothered the members of the Alliance, understanding that the cause of the birth and existence of the Organization is about the common needs and interests, and not the betrayal to the needs and interests in favor of only one of its members, although this is the one that contributes most to military spending and its strength.
The demand and pressure exerted by the situation of current instability (politico-social and economic) at a global level has put into crisis and under debate the capacity of response of its members based on their abilities and perception of need; The United States urges its allies to turn their security and defense efforts to curb the influence and expansion of Russia, China and Iran and cyber actions, while the members of the European Union are more concerned about the destabilization that is exerting internally, the growth of nationalism and extremism, political-social fractures, as well as illegal immigration flows, the fall in oil and gas prices and stability on the southern border with Africa (with an eye on the Maghreb and the Sahel) [1], a scenario in which the United States has preferred not to get too involved to focus its efforts on the Pacific, Eastern Europe and Asia. This situation of differentiation of needs and interests in the security areas is what has aroused in the European Union the need to create a common European army, something that the United States and Great Britain have criticized for what could have an impact on training. of NATO with the division of efforts and priorities.
The debate is, therefore, in the need to unite again the strategic direction of the allies prioritizing the areas of interest and need of the whole, taking into account the challenges and opportunities required by the situations of instability in its closest borders and distant and compensate with a joint response that goes beyond the training aspect of the NATO military force to understand the endowment of capabilities of its members in their different forms and requirements.
AN ALLIANCE OF MEMBERS UNITED FOR THE DEFENSE OF PEACE AND DEMOCRACY, SHARED COMMON VALUES AND STRATEGIC NEEDS
Today, NATO faces a need for a communicative approach with the societies of its member countries, many of them affected by a crisis of identity and political-social stability in the face of the democratic and informational challenges of today, affected by the struggle of influences and narratives favorable to European, national or international community unity in the face of narratives that favor nationalism and isolationist and non-militarist policies, those in favor of NATO or those that are left with a more favorable look towards Russian foreign policy due to its factors of need and opportunity …
With this, the North Atlantic Organization intends to demonstrate an identity more in keeping with the defense of democracy and stability against the militarist character that society only stands out from it (which it points to as an aggressive attitude and contrary to the interests of its members). The sociologist and political scientist Madeleine Albright pointed it out in Prague in the following way on the 20th anniversary of the incorporation of the Czech Republic, Poland and Hungary into the Organization: «NATO is not just a military alliance; It is a political alliance based on democratic values. We talked about the need to spend 2% on defense, but we have to be 100% democratic «[1].
In this way, the look towards the strategic challenge of NATO and its identity exposed to the societies of its member states is and must be more political-social than military (although the determining factor for the protection of states and of its democratic values and freedom is to invest in its security and defense). With this, the involvement, responsibility and commitment of member states must be commensurate with their capabilities and not be limited exclusively to the military factor, thus compensating the capabilities provided by some (for example, at the level of military force or research and innovation ) with the capacities that can be covered by other members (for example, in economic support and investment in development, strategic communication or regional leadership) [2]. The member states can not demand in the short-medium term to reach and endow the Alliance with the same capabilities and possibilities for military spending, but they can commit themselves to providing other needs and capacities necessary for the strengthening and settlement of the Organization. to common strategic challenges that may help to strengthen, in the face of societies, a more adequate, coherent and complete narrative in accordance with the founding identity of NATO, not only of a security and defense nature, but also of democracy and social stability .
The construction of a common narrative (official identity and strategy guide of any state or non-state actor) becomes fundamental to re-establish the common needs and objectives of NATO to involve its member states and to make part of their need for existence and of training to the companies that participate in it. To do so, we must start with the construction of a national narrative of our own (from each of the member states) that exposes in an open, clear and participative way the needs and objectives of a society in its future strategic vision. In 1986, Stanford historian Carl Degler, winner of the Pulitzer Prize, declared: «We can write a story that implicitly denies or ignores the nation-state, but it would be a story that would explode in the face of what people live in a nation. -state, require and demand «[3].
In this sense, the redefinition of strategies goes hand in hand with the sense of identity of nations and of the participating societies, in their relationship with the global context, in order to respond to coherent needs and objectives as a whole. It does not mean waking up nationalism («The great majority of nationalist movements in the world do not have a political program that goes beyond the negative desire for independence of some other group or people, and they offer nothing as a comprehensive agenda for socioeconomic organization» , says Fukuyama), but the writing of a narrative coherence between the past, present and future of a society that advances towards a common path.
As we noticed in the structural analysis of the main variables of the NATO-Europe strategic scenario, a completely unstable scenario with predominantly conflicting variables is presented where the influence and expansion of China and Russia and the influence of NATO’s strategic direction are decisive. its aggressive policy in the field of defense and economy, and the isolationist policy of the United States with America First and its pressure to prioritize the interests and strategic needs of NATO in favor of those of the administration is also decisive and outstanding. Trump and the North American nation, with special focus to maintain the political-economic blockade to its main rivals as world power: China and Russia.
In this sense, the development of a National Strategic Communication for the Common Defense becomes the most favorable instrument to help cooperation, collaboration and coordination according to common interests and to promote the development of European Security and Defense capabilities that the United States is so concerned about, a timely response that is necessary and demanding in the face of the increasingly challenging situation for democratic states (with the economic crisis, illegal immigration, extremism and nationalism, and cybernetic and influence operations) and for the stability of the areas near its borders (south and east flank).
This will depend on achieving the awareness of the member states for the need to increase the security and defense spending demanded by the Trump administration, favoring the development of a national and common strategic communication and through the establishment of management agreements and contribution of training for NATO, which will also favor the protection of American influence against the positioning of Russia, China and Iran, in question for the breakdown of agreement and strategic understanding with their allies in the face of the complex situation of need and challenge of each one of them.
[1] https://www.nato.int/nato-on-the-map/#lat=30.871406929073228&lon=1.5847271718317346&zoom=-1&layer-4
[1] https://www.bloomberg.com/news/articles/2019-03-08/trump-said-to-seek-huge-premium-from-allies-hosting-u-s-troops
[2] https://www.nytimes.com/2019/03/19/world/europe/germany-nato-spending-target.html
[3] https://warontherocks.com/2019/03/cost-plus-50-and-bringing-u-s-troops-home-a-look-at-the-numbers/
[1] https://warontherocks.com/2019/03/what-does-european-defense-look-like-the-answer-might-be-in-the-sahel/
[1] https://www.nato.int/cps/en/natohq/topics_67655.htm
[2] https://www.statista.com/chart/14636/defense-expenditures-of-nato-countries/
[3] https://www.foreignaffairs.com/articles/united-states/2019-02-05/new-americanism-nationalism-jill-lepore